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LA DEFENSORA DEL LECTOR
Columna
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Un poco más de sensibilidad

Un poco más de sensibilidad. Es lo que algunos lectores nos piden en ocasiones, cuando a la hora de escribir los periodistas utilizamos ciertos calificativos y expresiones, o bien hacemos descripciones o juicios de valor, con los que se sienten discriminados, burlados o heridos, cuando no directamente agredidos. No es cuestión de utilizar eufemismos de un lenguaje políticamente correcto, con gran predicamento en Estados Unidos y que el Libro de estilo de EL PAÍS señala como "ajenos a nuestro entorno" y recomienda "no tomar como pauta". Aunque a veces las quejas lo rozan muy de cerca. En general, se trata de un terreno bastante más amplio, difuso y resbaladizo, en el que los hábitos, estereotipos y, por qué no, la falta de sensibilidad o atención suele traducirse en resultados cuando menos discutibles.

Un lector de Oviedo, Roberto Sánchez, se ha quejado de que en la entradilla de la entrevista realizada en el suplemento Babelia (18 y 19 de abril) al profesor británico David Harvey se le describa como un "marxista recalcitrante". "¿Por qué los marxistas son recalcitrantes y los capitalistas no? ¿Por qué estos calificativos peyorativos sólo se utilizan con la izquierda? María Luisa Blanco, redactora jefe de Babelia, reconoce que el lector tiene razón. "No es muy correcto y ha sido un fallo de edición. Lo siento".

Otra lectora de Gijón, Isabel Menéndez, critica la forma utilizada por Fernando Morales (13 de abril) al reseñar en el espacio televisivo Las películas el filme Angie. "Describir una película como 'algo feminista pero simpática' supone aceptar, de facto, que lo feminista no es positivo o recomendable (...). El señor Morales evidencia su enorme ignorancia sobre el término, sobre las mujeres y sobre el significado de un movimiento, el feminista, gracias al cual se ha conseguido avanzar en las conquistas por la igualdad de las mujeres. EL PAÍS debería plantearse el tratamiento que el término feminismo recibe en sus páginas". Fernando Morales reconoce que el adjetivo "feminista" no está bien empleado. "Mi intención no era ningunear ese término, y mucho menos indicar que lo feminista no es positivo. Tan sólo, aunque mal expresado -tendría que haber escrito 'una película feminista, simpática y muy agradable'-, quería dar información sobre este filme, que tiene un alto contenido feminista. Siento la equivocación, máxime cuando me considero, sin lugar a dudas, un defensor de la igualdad entre mujeres y hombres".

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Silverio Olmedo, por su parte, aprecia un "tufillo anti- CNT" (Confederación Nacional del Trabajo) en la información realizada por Carlos E. Cué y F. J. Pérez (11 de abril, página 26 de España), de una manifestación contra la guerra de Irak. En ella se decía que las airadas protestas contra el líder de Comisiones Obreras, José María Fidalgo, procedían de "sindicalistas radicales de la CNT". Olmedo plantea una serie de interrogantes: "¿Por qué se tacha a los sindicalistas de la CNT de radicales? ¿Preguntaron o advirtieron los periodistas signos de radicalidad en esos sindicalistas de la CNT? ¿Por qué del resto de personas que abuchearon al líder de CC OO no se dice si eran radicales o no? ¿Contrastaron la información dada por el equipo de Fidalgo con la CNT? ¿Se puede tachar a una organización de radical tan a la ligera?".

José Manuel Romero, redactor jefe de España, asegura que los dos redactores dieron crédito a la calificación de los sindicalistas "porque durante toda la marcha vieron a gente con banderas anarquistas y pegatinas de la CNT increpando e insultando con malas maneras. Incluso uno de ellos intentó escupir a José María Fidalgo, que se había opuesto a la huelga general por la guerra·. Pero Romero admite: "En cualquier caso, el término radical debería haber ido entrecomillado".

Violencia mexicana

Un lector mexicano, Carlos Faci, reprocha algunas expresiones de la crónica del corresponsal en México, Juan Jesús Aznárez, titulada La loca noche habanera de dos legisladores (página 8 de Internacional, 10 de mayo), en la que contaba el caso de dos parlamentarios mexicanos protagonistas de una descomunal batalla campal en un local nocturno de La Habana. "Se hace una analogía despectiva para los mexicanos o, más ampliamente, para quienes habitamos en México, cuando escribe: 'Devorados por los celos, de acuerdo con esa hipótesis, los dos machos mexicanos habrían actuado como se estila en las tierras de Pancho Villa'. Aunque sí es la tierra de Pancho Villa, también es la de otros mexicanos que prefieren el diálogo y la tolerancia para dirimir sus diferencias. No se puede generalizar que los mexicanos estilemos tener un comportamiento violento, aunque, como en este caso, dos personajes públicos, seguramente por exceso de alcohol, hayan dado un espectáculo típico de cualquier centro nocturno en cualquier parte del mundo".

Aznárez aclara que no fue su intención generalizar ese tipo de comportamiento. "Quizá la alusión hubiera debido ser precisada. Sólo pretendía relacionar la trifulca con los altos índices de violencia que padece México y que el grueso de su sociedad aborrece y combate. Las estadísticas hablan por sí solas. La violencia no es un fenómeno exclusivo de la delincuencia común, de los narcotraficantes o de los secuestradores, ni tampoco de los informes de Amnistía Internacional o de los grupos de derechos humanos que denuncian la ejercida al margen de la ley. El grueso de la sociedad anhela un país administrado por el Estado de derecho, pero en significativos sectores ciudadanos, aquellos que crean el estigma, las disputas familiares, municipales o políticas aún se dirimen a golpes".

Un lector sevillano, Pedro Monago, critica el "empecinamiento de los redactores deportivos" a la hora de resaltar la tremenda dureza de los jugadores del Sevilla FC. Y menciona una crónica en relación con partido Sevilla-Real Madrid (27 de abril), hecha por Ángel A. Jiménez. "Resulta más propia de forofos que no quieren ver la realidad que de periodistas cuya opinión debería ser imparcial". Y cita: "La sombra de las patadas, codazos, pisotones, que acostumbran a repartir los defensas sevillistas" y "una zaga que en muchas ocasiones se ríe de la legalidad para detener a los delanteros rivales". Monago asegura que "ninguno de los defensas del Sevilla está entre los 10 más duros de la liga por amonestaciones y faltas, y cuando han cometido infracciones graves han sido duramente castigados", por lo que resulta paradójico que se diga que se ríen de la legalidad. "Si no les cegara su madridismo centralista reconocerían que los únicos que se ríen de la legalidad son Hierro, Roberto Carlos, Figo o Zidane".

El jefe de Deportes, José María Miguélez, entiende que es una cuestión de apreciación. "Sí es cierto que la línea de la sección coincide en atribuir al Sevilla un comportamiento extremadamente duro en su juego. Pero lo que no es verdad es que no hayamos cuestionado la dureza de Roberto Carlos, Zidane o Hierro. Es más, de la prensa madrileña tal vez hayamos sido los más vehementes en este sentido. Hay pruebas documentales".

Es cierto, a veces sólo parece una cuestión de sensibilidad.

Los lectores pueden escribir a la Defensora del Lector por carta o correo electrónico (defensora@elpais.es), o telefonearle al número 91 337 78 36.

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