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Senderowicz inyectó demasiada anestesia a la fallecida Débora Catalán, según un informe pericial

El cirujano plástico carecía de medios adecuados para operar en su consulta

F. Javier Barroso

Gerardo Raúl Senderowicz, el cirujano plástico que atendió a Débora Catalán, de 36 años, la cual falleció el 25 de enero de 2002 en la clínica Icema, "administró a la paciente una dosis masiva de anestésico local", lo que le causó una muerte casi instantánea. Así lo señala el informe hecho por una anestesióloga a petición de la acusación particular que representa a la familia de la víctima. El informe sostiene que el médico carecía de un conocimiento detallado de la anestesia.

Débora Catalán, bisnieta del célebre pensador Ramón Menéndez Pidal, acudió el 25 de enero de 2002 a un centro clandestino de estética de la calle de Maldonado (Salamanca) para someterse a una operación de reducción de grasa en los muslos. Sin embargo, antes de la intervención comenzó a sentir convulsiones y entró en parada cardiorrespiratoria. Los facultativos de una UVI móvil del Imsalud-061 intentaron reanimarla durante 30 minutos, pero la paciente no se recuperó.

El cirujano Senderowicz mantuvo en las declaraciones posteriores que Débora Catalán se había sometido a una mesoterapia (tratamiento contra la celulitis mediante inyecciones intradérmicas que no precisa anestesia). El informe presentado por la acusación particular destaca que el médico pretendió hacerle una liposucción (reducción del tejido adiposo a través de pequeñas incisiones en la piel, en la que se introducen cánulas de diferentes calibres). La anestesióloga se basa en diferentes pruebas para apoyar esta tesis. Primero, el doctor le hace una historia clínica a la paciente y le efectúa pruebas previas a la intervención, lo cual es infrecuente para la mesoterapia. Además, no existía ninguna enfermedad previa que justificara la muerte de Catalán. Otro detalle: la autopsia descarta que se produjera una reacción anafiláctica. Además, la paciente presentaba incisiones y marcas hechas con rotulador en las nalgas y en los muslos: "La localización de estas incisiones sí coinciden con las requeridas para una liposucción de la zona".

Entonces, ¿qué causó la muerte de la paciente? El informe destaca que el propio Senderowicz desconocía el anestésico y la concentración de éste que le inyectó a la paciente. En principio declaró que se trataba de lidocaína. Sin embargo, los análisis del Instituto Nacional de Toxicología revelaron que se trataba de mepivacaína (un medicamento que bloquea la conducción nerviosa, ya que previene el inicio y la preparación del impulso nervioso). Además, las preparaciones de los anestésicos la hacían las auxiliares a principio de semana y ni siquiera etiquetaban las preparaciones, según el informe. "La única conclusión posible es que el manejo de los anestésicos era absolutamente inadecuado y que esto daba lugar, innecesariamente, a un riesgo excesivo de efectos indeseables", señala el documento.

Dosis masivas de anestésico

A todo esto añade: "La causa del fallecimiento fue, con toda certeza, una dosis tóxica de mepivacaína". Toxicología destacó que la paciente tenía 16,2 microgramos por mililitro de sangre, una dosis necesariamente mortal. Además, los análisis sugieren que a Débora Catalán le habían inyectado 4,9 miligramos de lidocaína por mililitro de sangre. Esta cantidad resulta muy alta, pero no tóxica, y puede tener un fin terapéutico para el organismo.

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La anestesista descarta de forma taxativa que la muerte de Débora Catalán se produjera por un shock anafiláctico (una reacción alérgica a algún medicamento), como argumentó Senderowicz. Según la especialista, habría bastado la administración de adrenalina y oxígeno para parar este cuadro, lo que supuestamente hicieron los facultativos de la UVI móvil del Imsalud-061, sin lograr reanimar a la paciente.

La especialista también destaca que hubo falta de previsión y de preparación de la paciente por parte del cirujano y de la clínica para hacer frente a cualquier eventualidad durante la intervención, lo que agravó las consecuencias de la mala praxis médica. Según la redactora del informe, a cualquier paciente al que vaya a administrarse una anestesia regional "debe disponer de una vía venosa" que se canaliza siempre con carácter previo al inicio de la anestesia. "Esto permitiría un rápido acceso de la medicación al paciente en cualquier eventualidad, ya que en un momento de necesidad y con el paciente en malas condiciones la canalización venosa se hace muy difícil o incluso imposible como en este caso", confirma el documento.

A esto se une que este tipo de intervenciones deben efectuarse en un quirófano, ya que "es el único lugar debidamente dotado con los medios de reanimación y de mantenimiento necesarios para hacer frente a cualquier problema sobrevenido". "Ante la ausencia de medios para una reanimación avanzada se requirió la presencia de una UVI móvil, encontrándose a su llegada a la paciente en situación de parada cardiaca irreversible", mantiene el documento presentado por la defensa.

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Sobre la firma

F. Javier Barroso
Es redactor de la sección de Madrid de EL PAÍS, a la que llegó en 1994. También ha colaborado en la SER y en Onda Madrid. Ha sido tertuliano en TVE, Telemadrid y Cuatro, entre otros medios. Licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, está especializado en Sucesos y Tribunales. Además, es abogado y criminólogo.

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