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Reportaje:

Fòrum, la paz en tiempos de guerra

El ataque a Irak marca el primer acto del Senado Internacional de 2004, reunido ayer en Barcelona

Las condiciones para la paz es uno de los ejes temáticos que articulan el Fòrum Barcelona 2004. En el actual contexto internacional, este eje tomó especial relevancia ayer durante el primer acto del Senado Internacional del Fòrum (integrado por un centenar de personalidades del mundo de la cultura), celebrado en el Palau de la Música de Barcelona. La guerra de Irak marcó el desarrollo de la jornada de diálogo, especialmente la mesa redonda conjunta de los cuatro ponentes: el ex ministro de Asuntos Exteriores israelí Shlomo Ben-Ami, el catedrático de Prehistoria de la Universitat Rovira i Virgili y codirector de las excavaciones de Atapuerca Eudald Carbonell, la bióloga Lynn Margulis y el rabino y crítico literario Marc-Alain Ouaknin.

Lynn Margulis dice que sólo cuando se actúa en grupo es posible la cadena evolutiva
Shlomo Ben-Ami: "La OTAN, la Unesco y la UE, las primeras víctimas de la guerra"

Carbonell trazó un dibujo de la evolución del hombre todavía incompleta, previa aún a la condición de humano. Y habló de la amenaza que supone para la evolución de la especie la no socialización de la tecnología y la ciencia -"hemos desarrollado medios técnicos y científicos que nos permiten dar comida a todo el mundo"- y la no integración de la divergencia, que supone "tomar conciencia crítica de especie, saber que en el planeta sólo hay una especie".

Para Carbonell, es imprescindible resolver la dicotomía entre "los primates que administran y la gran mayoría de personas que intentamos conocer cómo funciona el planeta". Para no dejar ninguna duda acerca del blanco de sus alusiones, se preguntó: "¿Cómo puede ser que primates poco evolucionados, como Bush, Blair y Aznar, que deberían estar en el zoológico, dicten las leyes de cómo funciona este planeta?". En su opinión de científico, "no podemos estar regidos por personas que no tienen capacidad para entender la evolución del planeta". Añadió pesimista: "Hemos llegado tarde y en el siglo XXI viviremos la peor crisis de la evolución".

Ben-Ami aportó a la jornada la visión geopolítica de la cultura, en una intervención también íntimamente vinculada a la actual situación internacional. El político israelí se significó como contrario a la guerra "por muchas razones", pero se mostró "incómodo con las manifestaciones" por la paz organizadas en todo el mundo porque no ha visto "ninguna pancarta contra Sadam Husein". Esto, afirma el ex ministro, es un "problema de autonomía personal". Y para alguien partidario de "no considerar la globalización como el enemigo", la reacción lógica ante sus posibles desmanes es "establecer mecanismos de autonomía personal". Ben-Ami argumentó que, una vez superado el choque de civilizaciones, ahora los conflictos son "choques de culturas", e indicó que en el mundo islámico "el rechazo a Estados Unidos es a la hegemonía militar, pero también a la imparable ofensiva de la cultura popular americana, que indigna al islam". Advirtió a Bush que es un error pensar que "las democracias se pueden crear por decretos presidenciales. El camino hacia la democracia es largo y tortuoso". Reconoció en la OTAN, la Unesco y la UE las "primeras víctimas de la guerra", y señaló que, con su alianza con Estados Unidos, el Gobierno español inaugura un nuevo papel de España en el orden internacional. El ex ministro tuvo palabras de elogio para el presidente Aznar: "Mantener una posición tan clara en contra de la opinión pública refleja un coraje de líder que yo aprecio mucho".

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Ouaknin, que centró su conferencia en la dicotomía entre ética y moral, reivindicó la necesidad de la educación como vía para eliminar las desigualdades entre las personas, entendiendo la educación como "aprender a interpretar, a investir el mundo de significado" y también a "escuchar la riqueza interior que esconde la pluralidad de cada individuo". Margulis, que habló sobre la visión evolutiva de la cultura desde su punto de vista de científica especialista en genética, hizo una aportación lúdica para cerrar el acto, invitando a todos los asistentes a palmear un sencillo ritmo para hacerles partícipes de una actividad colectiva. El mensaje, en consonancia con el de su colega Carbonell: sólo cuando se actúa como un grupo es posible la cadena evolutiva.

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