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Reportaje:

Carnívoros atrapados en un yacimiento único

Nuevos hallazgos en las excavaciones paleontológicas de hace nueve millones de años en el madrileño Cerro de los Batallones

Quizá había agua o restos de animales allí dentro, y eso hacía que los carnívoros entraran a comerse la carroña. Luego se quedaban allí atrapados, tal vez en arenas movedizas o por otra razón. En todo caso, hace unos nueve millones de años tigres de dientes de sable, mastodontes, antepasados de las hienas y de los lobos, cebras, tortugas y jirafas, además de roedores y una larga lista de animales excepcionalmente bien conservados, cayeron en la trampa natural y hoy están a disposición de los investigadores.

En el Cerro de los Batallones, en el sur de la provincia de Madrid, se ha encontrado en la campaña 2002, durante este verano, el quinto yacimiento de los que componen la excavación, una de las más importantes del mundo en fauna del mioceno superior.

Las estrellas de la colección son los tigres de dientes de sable
En la nueva y quinta zona hay restos de mastodontes, jirafas y rinocerontes

La proporción entre herbívoros y carnívoros es, normalmente, de nueve veces más de los primeros, incluso en zonas de muchos carnívoros, como en el Serengueti, donde no hay mas de un león por cada nueve grandes herbívoros. Así que en la mayoría de los yacimientos de mamíferos fósiles la proporción suele ser semejante.

En Batallones, sin embargo, 'más del 90% de los fósiles son de carnívoros', asegura Jorge Morales, paleontólogo del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN), y director de la excavación. 'Eso convierte a este yacimiento en un caso único, excepcional, así que ni siquiera teníamos un modelo en el que fijarnos para explicar qué es lo que pasó'.

Una especie de cueva, un hoyo, una trampa natural es, probablemente, el origen de un osario tan particular. Allí se han encontrado muchos esqueletos casi completos y en conexión anatómica, con la cabeza, la columna vertebral y las extremidades colocadas de forma natural; además, se encuentran todos los elementos óseos de las diversas especies y no suelen estar rotos. Todo ello hace suponer a los paleontólogos que 'algún tipo de fractura del terreno funcionó como una trampa natural en la que los animales quedaban atrapados y atraían en su agonía a otros animales que a su vez quedaban atrapados retroalimentando la trampa mortal', en palabras de Morales.

Este verano la excavación ha dado un paso más con la apertura del quinto yacimiento. Allí se han encontrado restos de mastodontes, jirafas, rinocerontes y otros vertebrados. 'Este quinto yacimiento', dice Morales, 'puede ser clave para determinar el origen del proceso de formación de todos ellos, puesto que se encuentra en los niveles más altos del cerro'. En el periodo Vallesiense, hace entre 8 y 10 millones de años, época a la que pertenecen estos cinco yacimientos, la biodiversidad en mamíferos de la región era similar a la actual fauna de la sabana africana, con ágiles carnívoros, grandes herbívoros y una vegetación abundante.

El conjunto de los yacimientos del Cerro de los Batallones ha sido declarado Bien de Interés Cultural por la Comunidad Autónoma de Madrid, y, de hecho, la investigación se lleva a cabo mediante un convenio entre el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y la Consejería de las Artes de la comunidad. También contribuye al sostenimiento de las excavaciones la empresa minera Tolsa, que se dedica a la extracción de sepiolitas, una especie de arcilla, en esa árida zona de Torrejón de Velasco, al sur de Madrid. De hecho, el yacimiento se descubrió gracias a esta explotación minera.

En 1991, mientras Tolsa realizaba prospecciones en la zona, aparecieron unos huesos fósiles, y, aunque la primera intención fue echar tierra al asunto, un reportaje publicado entonces (ver El PAIS del 12 de julio de 1991) hizo que la cuestión no pasara inadvertida y que los paleontólogos del MNCN pudieran comprobar la importancia del yacimiento. Desde entonces, 'la relación con Tolsa es estupenda', dice Morales. 'Nos ayudan con toda la logística, nos proporcionan agua para lavar los sedimentos y la maquinaria que precisamos. Tenerles allí hace que todo sea más sencillo y, de hecho, casi todos los nuevos yacimientos los hemos encontrado en el seguimiento de la explotación de las canteras'.

En total se han encontrado 25 especies diferentes de vertebrados 'y están representados todos los grupos', dice Morales. Peces, anfibios, reptiles (tortugas, lagartos y serpientes) aves (casi todas rapaces) y mamíferos de todo tipo, desde ratones con dientes de un milímetro hasta mastodontes con cráneos de dos metros, más grandes que los actuales elefantes africanos. 'En España hay cientos de yacimientos del Terciario, algunos en muy buen estado', recuerda este paleontólogo, 'pero la relación de carnívoros de Batallones, y otras características, lo convierte en singular'.

Las estrellas del yacimiento son los tigres de dientes de sable, un temible carnívoro que utilizaba sus enormes colmillos, de hasta 15 centímetros, como arma de caza. En Batallones se han encontrado restos de 50 tigres, todos ellos contemporáneos y pertenecientes a dos especies diferentes, el Paramachaiorudus ogygia, del tamaño de un leopardo actual y que se alimentaba de pequeños mamíferos y de carroña, y el Machairodus aphanistus, del tamaño de los leones actuales, depredador de grandes mamíferos y carroñero ocasional.

El más abundante de todos es el tigre de tamaño pequeño, del que dice Morales: 'Es otro hecho llamativo ya que este félido es muy escaso en los demás yacimientos del mundo en los que se le encuentra'.

De hecho, no había ningún cráneo completo de este animal, y en Batallones ya se han encontrado 30. Tras él se encuentra el tigre más grande y, después, el Amphicyon castellanus, un carnívoro y carroñero terrestre del tamaño de una hiena manchada africana 'que se alimentaría tal y como lo hace un lobo en la actualidad pero con algo más de carroña en la dieta'.

Teniendo en cuenta que, en la actualidad, los leopardos que se encuentran en África establecen sus territorios de caza en zonas arboladas, en la que compiten mejor con los leones, que prefieren zonas más abiertas, es posible inferir que el yacimiento de Batallones se encontraba entonces en una zona de gran arbolado, un hábitat óptimo para esta especie. Ahora, es un paisaje muy diferente, árido de tipo mediterráneo. Eso explicaría la abundancia de Paramachaiorudus ogygia en esta excavación y su escasa representación en otros yacimientos de la época, que en general se encuentran en lugares más abiertos, como llanuras de inundación.

Han aparecido también cuatro mustélidos, del tipo de las martas o las mofetas, un pequeño felino parecido al gato montés actual y una especie de hiena primitiva del tamaño de un zorro. Hay cuatro especies de micromamíferos (del tipo del castor o de pequeños ratones), hipariones (un tipo de herbívoro grande) y ciervos. También se han encontrado tortugas, rinocerontes, mastodontes, jirafas y otros vertebrados. En total, sólo en el primero de los yacimientos, Batallones 1, hay 7.000 restos limpios y unos 3.000 más en los almacenes. Un resto puede ser un diente encontrado solo, pero también se considera un único resto un esqueleto entero que forma una unidad.

Incógnitas

Aún quedan algunas incógnitas por resolver en Batallones. Por ejemplo, los paleontólogos consideran que estas trampas estuvieron abiertas muy poco tiempo, así que resulta difícil de explicar cómo es que hay tantos individuos en cada una de ellas. Se han encontrado en uno de los yacimientos restos de 18 tigres de la especie menor, algo muy raro si se tiene en cuenta que son animales territoriales y que cada uno ocupa, comparando con los leopardos actuales, un área de unos 6 kilómetros cuadrados. Todo ello hace que el yacimiento del Cerro de Batallones sea, para Jorge Morales, 'único en el mundo. Tiene un potencial científico de primera magnitud, además del cultural e incluso del turístico'.

Restauración de un cráneo de mastodonte (similar al elefante) de hace unos nueve millones de años procedente de Cerro de los Batallones. OBJETO
Restauración de un cráneo de mastodonte (similar al elefante) de hace unos nueve millones de años procedente de Cerro de los Batallones. OBJETOISRAEL SÁNCHEZ

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