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FESTIVALES DE VERANO

Spoleto celebra los 91 años de Menotti con nuevas producciones de ópera y la gala del ballet de las estrellas

Anteayer por la noche, la plaza del Duomo de Spoleto se vistió de largo para la gala que festejaba el 91º cumpleaños de Gian Carlo Menotti. Y allí estaba el nonagenario y vital compositor, a pesar de la baja temperatura, que subió con la calidad de la Orquesta Sinfónica Verdiana y un racimo de solistas del canto de primera fila, donde no faltó la danza de la mano de Luciana Savignano, que bailó en solitario el Bolero, de Maurice Béjart, a sus 59 años, con enorme vitalidad y trayendo recuerdos de antaño.

En el mismo escenario se había producido la Gala de Ballet con los principales solistas jóvenes de varias partes del mundo. Los cubanos se llevaron la palma. Carlos Acosta (actualmente estrella del Royal Ballet de Londres) y las hermanas Lorena y Lorna Feijoo (una en el San Francisco Ballet y la otra en la Compañía de Cincinati, respectivamente) aportaron virtuosismo y vitalidad en fragmentos conocidos como El corsario y El cisne negro; otros artistas de interés provenían de Múnich: el italiano Alen Bottaini y la estonia Maria Eichwald en La Bayadera; la checa Daria Klimentova, del English National Ballet, y, reforzando el papel de los latinos en el mundo internacional de ballet actual, el argentino Inaki Urlezaga (Royal Ballet) y la brasileña Roberta Márquez (Teatro Municipal de Río de Janeiro) en Don Quijote. Únicamente no cubrieron las expectativas los rusos del Kirov y la moscovita Anastasia Volochkova, correctos, pero dando mucho menos de lo esperado de tales cunas.

En la ópera, varias sorpresas. Nuevas producciones de La médium y El teléfono, para la que Menotti ha escrito, apenas diez días antes del estreno, un aria nueva que incluye el teléfono móvil y habla también irónicamente de la adicción al nuevo invento.

En La médium brilló un reparto equilibrado de nuevos cantantes con figuras maduras, como la contralto norteamericana Victoria Livengood, que hace una creacion difícilmente olvidable de Madame Flora en el antiguo Teatro Cayo Melisso. Los jóvenes Andrea Porta (barítono) y el actor Carlo Saccomando (en el papel de Tobi, el gitano mudo que Menotti crea como primer personaje sin voz en una ópera del siglo XXI) dieron una réplica de altura.

La dirección musical estuvo a cargo de Francesco Maria Colombo, que debutaba dirigiendo una ópera y ha sido una prometedora sorpresa. Colombo ha vuelto a la batuta tras sus años de alabada carrera de crítico musical.

La otra gran producción operística se ha puesto en pie en el Teatro Nuovo: el Macbeth de Guiseppe Verdi en la edición de 1847, con dirección escénica de Thomas Moschopoulos y dibujos de escenografía y vestuario de Dionisis Fotopoulos. Los griegos han convertido Macbeth en un imponente espectáculo contemporáneo lleno de belleza y dramatismo trágico.

La cantante rumana Doina Dimitriu se batió con Lady Macbeth, un papel lleno de dificultades y necesitado de una resistencia heroica, lo mismo que el barítono Robert Hyman en un Macbeth atormentado. El montaje se inspiraba lejana pero claramente en el pintor suizo Fusli, con su oscuro mundo que preconiza hasta el simbolismo.

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