Un reto: crear lectores

Leer en nuestro país se está convirtiendo en un fenómeno de minorías. La constatación estadística de que más de la mitad de la población española no lee un libro de forma habitual y que sólo poco más de un tercio es lector de diarios es preocupante, porque nos sitúa en la cola de Europa y en el umbral del subdesarrollo sociocultural del panorama mundial.

No obstante, la industria editorial española ha adquirido dimensiones nada despreciables. Somos el segundo país europeo con mayor número de periódicos: 137. El primero es Alemania. Y editamos más de 55.000 nuevos títulos de libros al año. Estamos, pues, a la cabeza en periódicos y títulos editados y en la cola de número de lectores.

La consecuencia aritmética inmediata de esta realidad es que el tamaño medio de nuestros diarios es muy reducido. En términos de tirada es de 37.000 ejemplares. En los libros está en torno a los 3.000 ejemplares.

Otro elemento destacable es la calidad de la edición en España, que se sitúa por encima de la media europea. Las empresas periodísticas tienen un buen nivel tecnológico, el diseño de sus cabeceras, los suplementos y contenidos de éstos compiten destacadamente con los grandes rotativos nacionales y regionales de nivel mundial.

Los canales de distribución en prensa y libros no tienen más imperfecciones que los de los alemanes, ingleses o nórdicos, por citar países con altos índices de lectura.

El estancamiento de la lectura dentro de nuestro territorio viene especialmente marcado por la falta de incorporación de los jóvenes y las mujeres en el caso de los diarios.

La irrupción de Internet puede estar propiciando entre los menores de edad que no consulten los diarios en el formato convencional de papel. Sabemos que el 22% de los lectores habituales de diarios españoles consulta las ediciones de éstos a través de la Red, pero la gran mayoría (80%) manifiesta que prefiere la edición en papel y que no están dispuestos a renunciar a ella.

La tendencia de los últimos años muestra un envejecimiento del lector de diarios (media de 40 años) y una cierta endogamia en la costumbre de la lectura. La mayoría de los que leen libros suelen leer también los periódicos y viceversa.

La inquietud por la información y la formación a través de la lectura de los diarios y libros puede convertirse en un fenómeno exclusivista y minoritario que no tiene correlación con los niveles de economía y bienestar alcanzados en el último decenio en nuestro país por el conjunto de la sociedad.

Con toda seguridad, las explicaciones a todo lo expuesto las hemos de buscar en un conjunto de factores y los errores debemos repartirlos con proporcionalidad y objetividad entre los propios editores y la Administración, si queremos avanzar en un solo objetivo: la creación de nuevos lectores.

En este sentido, el pasado mes de marzo suscribimos un acuerdo las diferentes asociaciones de los tres principales medios de comunicación escritos. Los editores de libros, revistas y diarios nos dirigimos al presidente del Gobierno para que se sumase a la iniciativa de crear un órgano conjunto que trabaje a largo plazo y con dedicación constante en la línea de un plan nacional de fomento de la lectura como pilar básico de la formación y desarrollo cultural de nuestra sociedad.

Este plan debe ser fomentado y potenciado desde todos los ámbitos, empezando por los centros educativos públicos y privados de nuestro país y extendido a los sectores más amplios de la sociedad, convirtiendo el fomento de la lectura en una política de estado permanente.

Sobre esta base y no sobre otras debe sustentarse la política de colaboración de los editores con la Administración.

Las iniciativas para el fomento de la lectura, que conjuntamente con el Ministerio de Cultura está llevando a efecto el Gremio de Editores de Libros, son un paso adelante que favorece la creación de nuevos lectores, pero resultan claramente insuficientes.

Los editores de diarios siempre estamos bajo sospecha de todos los Gobiernos. Como medios de comunicación ejercemos a través de la información un papel relevante en la sociedad, que se sustenta en la libertad de expresión y que actúa a través de la pluralidad de opinión como elemento cohesionador de los ciudadanos y como limitador de los excesos de los poderes públicos.

Estas características determinan por parte de los Gobiernos la tentación del control de los medios más allá de la legítima regulación del mercado y aquellos que escapan de ese control (la mayoría) son considerados como enemigos de la acción de Gobierno.

José Sanclemente es presidente de la AEDE (Asociación de Editores de Diarios Españoles).