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La 'opción puente' del ADSL

El eterno debate sobre la necesidad del cable -una opción costosa para los operadores por las inversiones en red nueva de largo retorno que implica- cuando Telefónica ha modernizado su red convencional para poder ofrecer servicios de banda ancha (mediante las líneas de ADSL) y cuando sus competidores han reaccionado apuntándose también a la opción ADSL, por ahora utilizando la red del ex monopolio, ha confundido al consumidor.

El cable y el ADSL, igual que otras tecnologías alternativas como los radioenlaces o el satélite, no son excluyentes entre sí. A juicio de los expertos, coexistirán según las necesidades de ancho de banda de cada cliente por el volumen de información que se transmita por Internet y la calidad requerida.

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Al margen del servicio de difusión de televisión por cable, que Telefónica no da, los servicios hoy en el mercado necesitan de un ancho de banda que el ADSL cubre sin problemas. Otra cosa son los servicios que surjan en pocos años y el volumen de tráfico que circule por la red en el futuro. Por eso, suele llamarse al ADSL una opción 'de transición'.

Para contratar una línea de ADSL hay, en principio, que pagar el alta, tener un módem especial más potente que el de uso corriente en un PC y pagar una cuota mensual.

En el caso de Telefónica, el alta cuesta 30.500 pesetas, e incluye el desdoblamiento de línea, un aparato llamado splitter y el módem. La cuota mensual, con tarifa plana de 24 horas es de 6.500 pesetas. Pero eso es en el caso de que se contrate un servicio a una velocidad de 256 kilobits/segundo. Si se quiere más ancho de banda (512 kilobits), el precio se dobla y, si se contratan dos megabits, se triplica. Los rivales de Telefónica plantan cara con ofertas agresivas como la de Retevisión, que lanzó una oferta a particulares y empresas con alta, módem e instalación gratis.

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