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Los asesinos del niño James Bulger quedan en libertad vigilada de por vida

El Gobierno, que controlará todos sus pasos, les concede una identidad y un pasado falsos

Isabel Ferrer

Adoptada por la Junta para la Libertad Condicional, formada por un juez, un psiquiatra y un experto independiente, la decisión de liberar a Thompson y Venables fue confirmada en una nota remitida a la Cámara de los Comunes por el nuevo ministro de Interior, David Blunkett. Consciente de lo delicado del caso, éste subrayó en su escrito que los muchachos no salen a la calle como personas libres. 'Serán vigilados el resto de sus vidas y tendrán que rendir cuentas de lo que hacen si no desean volver a ser recluidos. De considerar que constituyen un riesgo para sus semejantes serían arrancados de nuevo de la sociedad a la que regresan con condiciones', afirma Blunkett.

El ministro quiso dejar claro que comprende los sentimientos de la familia de James Bulger, a la que ofreció su apoyo. 'Nadie ha olvidado lo ocurrido con James y las repercusiones de su muerte dentro y fuera del Reino Unido, pero el interés general no puede servirse a base de seguir persiguiendo a los autores de tan horrendo crimen', concluye su nota. Confinados desde hace ocho años en dos centros distintos para menores, Thompson y Venables se llevaron a James Bulger de la mano del centro comercial de la localidad de Bootle, al noroeste de Inglaterra en febrero de 1993. Después de una larga caminata le torturaron hasta la muerte junto a las vías del tren. Luego dejaron su cuerpo en las traviesas para que pareciera un accidente. Cuando la policía lo encontró, el cadáver estaba destrozado porque había sido arrollado por un tren. En manos de expertos en la rehabilitación de menores, la pareja ha venido preparándose para su liberación desde hace meses. No sólo cuentan con un nombre distinto. Su pasado ha sido reinventado de común acuerdo con sus cuidadores y nunca podrán verse. Tienen también prohibido el contacto con la familia Bulger.

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Poco después de conocerse la decisión oficial, Denise Fergus, la madre del niño asesinado, hizo saber a través de sus portavoces que estaba desecha y asombrada. 'No se trata de vengarse por lo ocurrido. Ella sostiene que se le ha negado la justicia más esencial. Unos criminales así deberían haber permanecido encerrados entre quince y veinte años', dijo su representante, Norman Brennan. Para Ralph Bulger, padre de James, la liberación es 'horrible, falta de sentido y nunca podrá llegar en un buen momento'. A estos reproches de la familia del pequeño asesinado, se unió también ayer la crítica de Ann Widdecombe, portavoz conservadora de Interior. 'Si se les quiere ahorrar a estos chicos la terrible experiencia de las cárceles de adultos, a las que irían dada su edad y que truncaría su proceso de reinserción social, tiene que haber una tercera posibilidad. Un lugar seguro y oculto, por ejemplo, donde puedan seguir encerrados hasta cumplir los 15 años de reclusión impuestos sin éxito en 1994 por el entonces ministro tory de Interior, Michael Howard', afirmó.

La decisión de Howard modificaba la pena mínima de ocho años, luego aumentada a un máximo de 10, decidida por los jueces británicos en 1993. Los abogados de Thompson y Venables consideraron que un político no debía interferir en las condenas judiciales y su opinión fue corroborada en 1999 por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos. De carácter vinculante, esta última decisión ha precipitado al final la liberación de la pareja que, según los juristas europeos, fueron juzgados además como si fueran adultos y no fueron protegidos del acoso de los medios de comunicación.

Jon Venables y Robert Thompson en la época del crimen.
Jon Venables y Robert Thompson en la época del crimen.RADIAL PRESS

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