El Kinder devuelve el golpe al Tau
Los de Ivanovic muestran su rostro humano y sucumben al juego poderoso de los italianos
Despues de ocho victorias consecutivas en la fase final de la Euroliga (cinco a domicilio), el Tau enseñó su rostro humano y se tomó un descanso. Asistió al Pabellón Palamalugiti, pero su presencia fue testimonial, porque el Kinder le devolvió el primer partido como quien da la vuelta al calcetín. El Kinder hacía de Tau y el Tau de Kinder. Es decir, quien corría y defendía a muerte, quien ametrallaba desde el perímetro, quien se mostraba exultante en el porcentaje de acierto general, era el equipo italiano, y quien se ofuscaba, acumulaba pérdidas y bajos porcentajes, se confudía con reiteración, era el Tau. Tan calcada era la respuesta que hasta Rigaudeau quiso emular a Oberto, en el primer partido, y en 3 minutos y 21 segundos acumuló tres faltas personales y se fue al banco para no regresar durante la primera mitad. Y hasta Ivanovic emuló al Messina del primer encuentro con una defensa en zona tan inutil como la del Kinder el martes. Un partido repetido, con cambio de camiseta
Un calco con algunos matices. Bien está retar a la adversidad como estímulo, pero no tanto como para confiar en ganar el partido con tan sólo dos jugadores (Bennet y Allexander) medianamente a la altura de las circunstancias. Eso no es milagroso, sino sencillamente imposible.
¿Y por qué cambió el Tau? ¿Por cansancio?. Es posible. ¿Por la reacción anímica del Kinder?. Más probable. ¿Por la presencia reverenciada en Bolonia de Griffith?. No tanto. Los 211 centímetro del americano animaron más a sus compañeros que intimidaron al Tau.
Se preveía igualdad y resulta que el equilibrio se basa en la desigualdad: hoy juego yo bien, hoy tú. Pero aún no hay dos equipos ajustados que discutan de forma permanente. El uno barre al otro. No es normal entre dos equipos que se definen por su espíritu colectivo, por su condición aguerrida, y resulta que en dos partidos ambos triunfan y fracasan con un estrépito inesperado.
El partido no le soprendió, sin embargo, al Tau. Ivanovic y sus jugadores ya contaban con una mayor oposición defensiva y no esperaban una reiteración de errores ofensivos como el primer día. No era lógico. Lo que no esperaban era su desajuste como equipo y su desacierto particular. El Tau no resistió, ni la zona ni la presión y sólo encontró al habitual Alexander, al previsible Bennett y a un resto de jugadores taciturnos e irregulares.
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