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El Ayuntamiento instala una escultura de Juan de Ávalos sin esperar a la anunciada junta de estética

Antonio Jiménez Barca

Los planes de Gómez-Angulo, refrendados más tarde por el alcalde, José María Álvarez del Manzano, trataban de evitar la colocación de esculturas por la ciudad sin ningún criterio, para impedir casos como el del monumento-homenaje al héroe filipino José Rizal, que espantaba particularmente al por entonces responsable municipal.

La creación de una junta de estética figuró como una de las propuestas de la última campaña electoral del PP. José María Álvarez del Manzano ganó las elecciones a la alcaldía, pero los expertos no han sido convocados para esta tarea.

Mientras tanto, las estatuas siguen apareciendo y desapareciendo sin más criterio que el marcado por los concejales de área o de distrito. Una de las últimas esculturas que decoran la ciudad es una obra de Juan de Ávalos que representa unas manos entrelazadas de metro y medio de altura, donación de la Embajada de la República de El Salvador. Un alto cargo del Ayuntamiento la ha tachado de 'dudoso gusto', pero, ante la ausencia de la prometida junta de estética, la escultura ya está instalada en el distrito de Chamartín.

El proyecto original del autor incluía un pedestal 'de más de cinco metros de altura' que los responsables municipales consiguieron eliminar. 'Pero al ser una donación de la Embajada de El Salvador, no se pudo rechazar la obra en sí', añaden estas mismas fuentes.

La polémica de las estatuas arranca de lejos y cuenta con bastantes ejemplos. En noviembre pasado, el Ayuntamiento retiró, sin comunicárselo a nadie, la controvertida estatua de La Violetera de su ubicación en la confluencia entre la calle de Acalá y la Gran Vía. La obra había provocado las más agrias críticas de la oposición y de las asociaciones ciudadanas por su 'enanismo' y 'fealdad'. Se llegó a organizar incluso una manifestación en contra. Ahora permanece almacenada en unas dependencias municipales a la espera de que la prometida junta de estética decida cuál es su sitio ideal.

En enero de 1999, la junta de distrito de Chamartín tenía planeado erigir, en el parque de Berlín, un monumento a la Guardia Civil de 15 metros de altura y 12 metros de ancho que el concejal de Izquierda Unida Gerardo del Val calificó de 'mastodonte'. Las críticas de la oposición y la difusión en los medios de comunicación del proyecto paralizaron la instalación del monumento. El conjunto incluía, además de cuatro estatuas de sendos guardias civiles salvando a un niño, una reproducción en piedra de un gigantesco tricornio de siete metros de altura.

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Monumentos polémicos

El anterior concejal de la Junta de San Blas, Isaac Ramos, también colocó en su distrito varias obras que fueron muy criticadas por la oposición. En especial, una titulada Oda al siglo XX en la que se ve a un hombre y a una mujer desnudos, una antena parabólica y una locomotora de carbón. El edil, incluso, advirtió de que para realzar el conjunto pensaba iluminarlo por las noches, extremo que nunca llegó a convertirse en realidad. Otro de los conjuntos escultóricos de Ramos fue el erigido para homenajear a la mujer; la obra consiste en varias piezas que, de manera simbólica, reflejan su recorrido vital: de niña a anciana pasando por adolescente, madre y mujer madura.

El portavoz municipal del PSOE, Rafael Simancas, pidió el pasado viernes al equipo de gobierno 'que constituya cuanto antes la tan prometida comisión de estética urbana para salvar a los madrileños del dudoso gusto del alcalde y de sus concejales'.

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Sobre la firma

Antonio Jiménez Barca
Es reportero de EL PAÍS y escritor. Fue corresponsal en París, Lisboa y São Paulo. También subdirector de Fin de semana. Ha escrito dos novelas, 'Deudas pendientes' (Premio Novela Negra de Gijón), y 'La botella del náufrago', y un libro de no ficción ('Así fue la dictadura'), firmado junto a su compañero y amigo Pablo Ordaz.

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