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José María Conget reflexiona sobre los frágiles límites de la identidad en 'Una cita con Borges'

José María Conget acaba de publicar Una cita con Borges en la editorial sevillana Renacimiento. Nacido en Zaragoza en 1948, Conget reside en Sevilla. Autor de novelas como Quadrupedumque (1981) y Todas las mujeres (1989), el escritor recopila cuentos y artículos en un libro de factura sabia, irónica y eficaz que se lee de un tirón. Conget reflexiona sobre asuntos tan inquietantes e inevitables como los frágiles límites de la identidad y sobre personajes tan interesantes como el escritor Emilio Salgari y los aventureros que creó con su imaginación.

Conget reúne en su nuevo libro dos cuentos en torno a dos escritores en apariencia muy distintos (Jorge Luis Borges y Emilio Salgari). "En Una cita con Borges [el cuento que da título al libro] quise inventarme una mujer que se enamorara de Borges. Comienza en ella una obsesión que le lleva a renunciar a todo. Y le propone a Borges una cita que está más allá de todo tiempo", señala."En el libro hay otro cuento: la historia que gira en torno a los libros de Salgari. En lugar del judío errante me invento al librero errante. El cuento intenta reflejar la idea de que hay un librero que siempre está, que nos acompaña siempre. Los que amamos los libros fantaseamos sobre su misterio", explica Conget.

El escritor se refiere en el prólogo al "sarampión romántico" de su juventud y al desdén que sentía en esa época por la literatura de encargo. "En cierto modo sigo desdeñando la literatura de encargo. Por ejemplo, desdeño el hecho de que un editor que da premios muy cuantiosos le diga a un escritor: 'siéntate aquí a escribir tres semanas que te doy el Planeta'. Carmen Martín Gaite fue una de las pocas personas que tuvo la honradez de rechazar el premio Planeta. Pero, en cambio, hay un tipo de encargos, como escribir un texto sobre Borges, que me han estimulado mucho", comenta.

Conget es un escritor que no tiene demasiado respeto por la pomposidad y rimbombancia que, a menudo, rodea el mundo de la literatura. "Hay poetas contemporáneos que del silencio místico extraen insospechados dividendos y otros que, un poco como un chulo enamorado de su puta para el que el afecto no es óbice sino acicate de las estrategias que incrementan la rentabilidad del cuerpo mercenario, en un santiamén pasan de la actitud trovadoresca en que la poesía es invocada como Dulce Señora a la del riguroso contable que sopesa en kilos las virtudes de los últimos poemas que ha presentado a un concurso amañado a su favor", escribe Conget en su libro.

"A mí no me gusta la gente que se toma demasiado en serio. No me gusta la falta de sentido del humor. El humor crea distancia. Y la distancia hace ver a cualquier persona que las cosas no son para tanto. Tener esta actitud es más fácil en mí porque no soy un escritor de éxito", indica.

Tampoco son de su agrado cierto tipo de profesores universitarios que se apropian de la literatura y los escritores como de una mina a la que extraer toda su riqueza. "En general en el mundo académico se hace un parasitismo de la literatura que no conduce a ningún lado. Hay escritores que son patrimonio de profesores universitarios que creen tener todos los derechos sobre ellos. Hay algunos hispanistas que son personas estupendas. Pero la mayoría crean anticuerpos entre los alumnos y sobreviven como pequeños parásitos de la literatura. A menudo, la Universidad es como un gueto cerrado sobre sí mismo que no trasciende a la sociedad", dice.

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De dobles y homónimos es una de las secciones más divertidas del libro. A Conget le han confundido muchas veces con el escritor Salman Rushdie. La naturaleza le ha jugado un flaco favor al parecerse a un escritor al que quieren matar millones de integristas. Además, Conget se llama igual que el obispo de Jaca. Esto ha ocasionado confusiones tan divertidas como que en la Enciclopedia Espasa figure junto a la biografía del escritor la fotografía del obispo.

Dostoievski y el doble

No es casual, pues, que con estos antecedentes Conget sienta un gran interés por el tema literario del doble. Conget recuerda "una novela breve escalofriante" de Dostoievski, El doble, "la historia de un pobre oficinista que un día ve que su mesa está ocupada por alguien que es como él". "Me he entrevistado con el obispo de Jaca por la radio. Un periodista de Huesca organizó una reunión radiofónica para que hablara con el obispo. Me ha invitado a comer en el palacio episcopal este verano y voy a ir. Creo que es primo de mi padre en tercer o cuarto grado", dice."En Nueva York, en un viaje al aeropuerto me llevaba un taxista paquistaní. Le dije que me suelen confundir con Salman Rushdie. Y él me contestó: 'Espero que no sea usted porque si lo veo, lo mato. Era el odio absoluto a una persona que no conocía, que no le había hecho nada. Como se exaltaba tanto, en un acto de cobardía, le dije: 'Créame, yo no soy Salman Rushdie", concluye Conget.

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