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Londres teme que las ovejas hayan adquirido el mal de las 'vacas locas'

La Agencia Alimentaria exige un análisis de la cabaña ovina británica

Isabel Ferrer

Con el informe sobre la crisis de las vacas locas aún fresco en los despachos oficiales británicos, la Oficina para la Seguridad Alimentaria ha pedido al Gobierno que examine lo antes posible a la cabaña lanar nacional para averiguar si una parte de sus 40.000 cabezas padece también la encefalopatía espongiforme bovina (EEB). Las ovejas sufren una enfermedad endémica similar, denominada scrapie, que no se transmite al hombre. Ya que la dieta de estos animales ha incluido durante años piensos que contenían restos de reses enfermas, los expertos temen que la infección vacuna pudiera estar pasando inadvertida en las ovejas.

Aunque los científicos han conseguido infectar a las ovejas con EEB en pruebas de laboratorio, la propia Oficina para la Seguridad Alimentaria, encargada de vigilar la situación en nombre del Ejecutivo, ha subrayado que no tiene pruebas de que el ganado lanar se haya contagiado con los piensos y esté padeciendo la enfermedad en estos momentos.El problema es que, al tratarse de una neuropatía de similares características, las ovejas con scrapie presentan idénticos síntomas a los observados en las vacas infectadas. Ambos mamíferos pierden el control de sus extremidades, tropiezan y parecen aletargados.

"De los 40 millones de ovejas criadas en suelo británico al año, unas 4.000 sucumben a los rigores del scrapie. Lo que debemos aclarar es si algunos de estos animales mueren contagiados con la encefalopatía bovina , enmascarada por unos síntomas parecidos", ha dicho John Krebs, presidente de la Oficina para los alimentos. En su opinión, hay que acelerar la búsqueda de una prueba analítica capaz de detectar lo antes posible la enfermedad de las vacas locas en las ovejas.

Los experimentos actuales tardan unos dos años en arrojar resultados y cuestan unas 20.000 libras (unos cino millones de pesetas) por animal. Hasta la fecha, ninguna oveja ha dado positivo pero sólo han sido estudiadas unas 200.

Según los expertos, la proteína infecciosa que transmite la EEB ha demostrado ser mucho más virulenta entre las ovejas y afecta a todo el organismo.

Las reses británicas que no presentan síntomas entran ahora en la cadena alimentaria antes de los 30 meses -a partir de esa edad son sacrificadas y no llegan a la mesa- sin su cerebro, médula espinal y bazo, las partes más infecciosas. De comprobarse la existencia de ovejas locas, por así llamarlas, habría que destruir toda la cabaña lanar autóctona.

A pesar de lo amplio del informe sobre las vacas locas, que abarcaba 16 volúmenes, el origen mismo de la encefalopatía bovina continúa sin poder desentrañarse del todo. Los microbiólogos sugieren que los piensos elaborados con restos de oveja ofrecidos a las reses pudieron infectarlas en un principio. A la larga, el ganado bovino habría desarrollado su propia encefalopatía, su versión particular del scrapie.

Dicho alimento seco incluía también despojos de vacas presumiblemente enfermas. Una forma de canibalismo animal, en palabras de John Krebs, que debe prohibirse y que ha podido llevar la infección de un ganado a otro a base de mutaciones aún por estudiar.

Otra de las propuestas de la Oficina consiste en abandonar de una vez los compuestos alimentarios elaborados a base de estiércol y plumas destinados a las aves de corral.

Poco dispuesto a enfrentarse a otro desastre alimentario, el ministerio de Agricultura ha reconocido que cuenta con un plan de emergencia para hacer frente a una posible epidemia de encefalopatía bovina en el ganado lanar. El mismo incluiría, llegado el caso, la prohibición de consumir carne de cordero y el sacrificio de toda la cabaña nacional. Solamente se salvarían del matadero las ovejas que mostraran una predisposición genética a evitar el contagio. Comprobar cuáles y cuántas son no evitaría, de todos modos, la pérdida de miles de ejemplares.

Por su parte, los ganaderos y fabricantes de alimentos del Reino Unido hicieron ayer un llamamiento al Gobierno de Tony Blair para que refuerce las medidas de control con el fin de frenar el mal de las vacas locas -que fue detectado en el ganado británico bovino en 1986- y mantener la confianza de los consumidores.

Riesgo y seguridad

En su primer comentario público desde la publicación del informe sobre las vacas locas, Tony Blair, líder laborista británico, abogó ayer por la mesura a la hora de abordar los retos derivados de la encefalopatía bovina. "Debemos ser capaces de hallar el equilibrio entre los riesgos alimentarios y sanitarios expuestos por la enfermedad y las medidas de seguridad que se espera que tomemos para paliarlos", dijo, en una comparecencia ante la Cámara de los Comunes.

Mientras, los científicos se aprestan a analizar la posibilidad de que tres localidades del país se hayan convertido en un foco infeccioso. Se trata de Glasgow, Doncaster y Queniborough, en Escocia e Inglaterra, donde han fallecido varias de las 85 víctimas de la variante humana de la neuropatía bovina. Dado que algunos de los muertos vivían a pocas calles de distancia, se teme que la carne adquirida en alguna carnicería local o bien la falta de controles sanitarios en los mataderos próximos haya favorecido el contagio.

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