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Las nuevas matrículas

GORKA ANGULOLa decisión del Gobierno de cambiar el modelo vigente de las matrículas de los vehículos de motor obligados a llevarla, ha dejado a todos contentos menos a nuestros nacionalistas periféricos. Con el fin de homologar el modelo de nuestras matrículas al de otros países de la Unión Europea (UE), el Gobierno ha decidido incluir en las nuevas placas una banda azul con las doce estrellas de la UE y una E que identifica a España. Asimismo, el Gobierno ha decidido suprimir los indicativos provinciales, dando lugar así a un modelo de matriculación en el que se destacan dos hechos: nuestra pertenencia a la UE y el anonimato de los ciudadanos, que no tienen porqué ir por ahí dando el cante diciendo de dónde son.

Con estas matrículas los vendedores de vehículos de segunda mano dejan de tener problemas para vender vehículos con cierto indicativo en ciertas provincias, y, por fin, no tenemos que ponerle a nuestro vehículo un pegote blanco con una E negra. En definitiva, con las nuevas matrículas se agota un modelo que representaba a la España de las 51 provincias y el desarrollismo, y se impone otro que representa a una España europea y moderna, en el que los protagonistas son sus ciudadanos por encima de sus lugares de procedencia o vecindad administrativa.

Las nuevas matrículas han tenido sus defensores, sobre todo en algunos periódicos altos en abeceína, y también sus detractores, cómo no, entre los que reivindican al Gobierno la pluralidad que luego ellos niegan en sus respectivas nacionalidades.

En Euskadi, la diputada de EA, Begoña Lasagabaster ha apelado al "Estado autonómico" en el que su partido cree menos que Stalin en Dios. Fuera de Euskadi las reacciones han sido por el estilo entre los de los "hechos diferenciales". Destacar las de los chicos de la Declaración de Barcelona, que últimamente la tienen más parada que la fábrica de coches de Amorebieta que nos iba a traer López de Arriortúa, alias Mister Marshall.

Entre los nacionalistas catalanes, para los cuáles "la pela es la pela", destaca la actitud del diputado convergente Carles Campuzano, que parece del centro de Bilbao, Guggenheim incluido. Este gran imitador de Joseba Egibar, ha dicho que tapará la E de España de su matrícula aunque su acción patriótica le cueste 20.000 pesetas, cada vez que le pillen. Una de dos, o Campuzano tiene enchufe entre los Mossos d'Escuadra, o se está echando un largo de bilbaíno, porque hay que ser muy tonto para pagar veinte mil del ala cada vez que te pillen haciendo patria virtual. Por cierto, ¿ha borrado Campuzano de su pasaporte el escudo de España?

En otra comunidad autónoma de esas que también son "cuestión de Estado" porque hay una minoría que cuestiona al Estado español, otro ilustre abertzale, este imitador de Xabier Arzalluz, también ha habido conato de bronca por las nuevas placas. En Galicia, el líder bloqueiro, Xosé Manuel Beiras, ha ido más lejos que nadie y ha dicho que la decisión del Gobierno de no incluir distintivos autonómicos en las nuevas matrículas, es "reaccionario y xenófobo". No sé si es por el Efecto 2000 o por cuestión de edad pero Beiras, al igual que su admirado Arzalluz empieza a chochear un poco.

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En fin, que nunca llueve a gusto de todos, y menos cuando la lluvia afecta a cuestiones patrias, al parecer, tan importantes y tan preocupantes para la gran mayoría de los ciudadanos. En mi opinión, esto de llevar distintivos para que se sepa de dónde es uno, suele ser normal en gente acomplejada que tienen que hacer permanentemente ejercicios externos de afirmación patriótica o en gente que tiene que ir marcando por ahí de dónde es para que lo sepan los demás. Pienso que, dondequiera que uno vaya, es mejor ser anónimo ciudadano que patriota declarado públicamente.

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