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SYDNEY 2000

Oro por duplicado

Los norteamericanos Ervin y Hall hacen el mismo tiempo en 50 metros

Santiago Segurola

Gary Hall corría el peligro de pasar a la historia como un nadador desaprovechado, un secundario que había perdido en Atlanta la ocasión de derrotar a Alexander Popov. En Sydney no le pintaban mejor las cosas. Hasta ayer. Venció en la final de 50 metros libres, en comandita con Anthony Ervin, un muchacho de 19 años que tiene antepasados de raza negra, lo que le convierte en el primer nadador afroamericano que gana una medalla para EE UU. Desde los Juegos del 72 no se contabilizan las milésimas.Después de casi tres años de inactividad, Hall no parecía en condiciones de vencer a Van den Hoogenband, Klim o Popov. En dos ocasiones había acudido como derrotado a la sala de prensa: después de la prueba de relevos 4x100 y tras la final de 100 metros libres. Lejos de mostrar el carácter chulesco que le ha hecho famoso, Hall daba la impresión de ser un hombre tranquilo, satisfecho por haber rebasado cualquiera de las expectativas que se puede marcar un atleta aquejado por una diabetes aguda. "Cuando me diagnosticaron la enfermedad hace dos años, mi vida cambió completamente. Me di cuenta de la importancia de algunos aspectos que hasta entonces no me habían preocupado. La idea de la muerte te obliga a reflexiones profundas".

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Hall había llegado a los Juegos en una especie de rapto milagroso. En los dos últimos años no había logrado bajar de 51 segundos. Se le consideraba perdido para el deporte, en parte por su vida errante. Lo normal era verle recorrer las carreteras americanas en una vieja furgoneta Volskwagen, en la onda hippie de su grupo favorito, Grateful Dead. Las noticias sobre su enfermedad se interpretaron como el final de la carrera del nadador americano, un individualista que odiaba someterse a los dictados de un entrenador.

Nieto de Charles Keating, famoso financiero encarcelado por el desfalco que cometió en la caja de ahorros Lincoln Saving and Loan y por su furibunda campaña contra Larry Flint-editor de la revista pornográfica Hustler-, Gary Hall ha llevado una vida muelle hasta hace poco. Su padre, Gary Hall Sr., fue una gran figura de la natación, pero fue eclipsado por Mark Spitz. Gary Jr. se pudo permitir el lujo de la rebeldía en un ambiente social elevado.

El cambio de hábitos en su vida también ha tenido consecuencias en su relación con el deporte. En Phoenix, su ciudad de residencia, entró en contacto con Joe Bottom, viejo mariposista que lleva camino de convertirse en un gurú de la natación. Alrededor de Bottom se ha generado un peculiar club en el que están integrados Hall, Anthony Ervin y el joven Klete Keller, medalla de bronce en los 400 libres. El grupo funciona como una fraternidad. Por lo que sea, los resultados han sido excelentes. Cuando menos se esperaba, Hall ganó.

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