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In memoriam

El duro agosto se ha llevado consigo al amigo y compañero Gonzalo Badenes. Cuando comience la temporada musical y los lectores busquen su crítica y orientación en las páginas de este periódico seguro que muchos sienten cierta sensación de orfandad al no encontrar sus columnas, la misma que yo siento ahora al enterarme de su fallecimiento. Y es que no conozco en el ámbito musical valenciano opinión que haya provocado más respeto que la suya, por experiencia, criterio y honradez. Me asaltan algunas imágenes de Gonzalo que he compartido con tantos amigos de la música: las extensas e interesantes conversaciones telefónicas, propias de un hombre comunicativo pegado a su silla de ruedas, su permanente disposición a colaborar con cualquier causa cultural, los corrillos de colegas y melómanos que su presencia concitaba en torno a él en los intermedios de los conciertos. Siempre ávido en conocer y comprender mejor las razones y los entresijos de la música valenciana y siempre independiente en su juicio, Gonzalo supo muy bien de qué escribía y, cuando sus juicios podían molestar encontraba las palabras con delicada educación a fin de herir lo menos posible las susceptibilidades artísticas. Parece como si las dificultades y obstáculos físicos que durante años podían haber agriado su carácter, lo hubieran enternecido haciéndolo la persona más comprensiva.

Me produce temor pensar que con Gonzalo se va parte de la memoria cultural valenciana, ésa que parece no apasionar a casi nadie. Recuerdo el plausible esfuerzo del desaparecido, Eduardo López-Chavarri, ejerciendo de cronista de la música y la vida musical valenciana, de procurar que ésta trascendiera. No sé si lográndolo, aunque merecía la pena.

Ahora, querido Gonzalo, a veces pienso, quizá injustamente, que al cabo de pocos años algunos valencianos "descubrirán" a Mahler, a Wagner o a Manuel Palau y no estarás para orientarles. Bueno... que vayan a una hemeroteca. Si hay algún sitio donde ir después de esta vida, tú lo harás ya liberado de tu lastre. Aquí, de vez en cuando, cuando escuchemos algún concierto pensaremos: ¿Qué hubiera opinado Gonzalo Badenes? Y nos sentiremos algo huérfanos.

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