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CAMPUS DE VERANO

La fragilidad de los traductores

García Yebra defiende la traducción como una cuestión moral al servicio de la veracidad

El académico Valentín García Yebra (León, 1917) entiende la labor de traducir como una cuestión moral, y considera imprescindibles "la veracidad y la fidelidad absoluta al texto original". Esta máxima descarta al traductor como creador, y lo convierte en un intermediario oculto y desconocido entre el autor y el lector. García Yebra añade otro motivo a la oscuridad que rodea al oficio de traducir y que impide valorarlo adecuadamente: "Muchas traducciones no son buenas porque el traductor no entiende bien lo que dice el autor, o porque no sabe traducirlo a otra lengua".García Yebra, que lleva 60 años traduciendo sobre todo del alemán y del francés, pero también del latín, del inglés, del italiano y del portugués, participó en el curso El traductor en entredicho de la Universidad Complutense. El académico afirma que en principio es más difícil para el traductor traducir lenguas diferentes a la que le es propia, pero resalta la paradoja de que "generalmente se traducen peor lenguas próximas, como el italiano o el portugués, porque se piensa que se traducen solas, que se nace sabiéndolas y no hace falta estudiarlas. Es más fácil encontrar en España un buen traductor del alemán que del italiano".

El ganador del Premio Nacional de Traducción de 1998 recordó en El Escorial su regla de oro de la profesión: "Decir todo lo que diga el original, no decir nada que el original no diga, y decirlo todo con la corrección y naturalidad que permita la lengua a la que se traduce".

García Yebra rechaza el tópico de tradutore, tradittore (traductor igual a traidor), y asegura que él nunca ha sentido la tentación de embellecer o mejorar un original. El autor de Teoría y práctica de la traducción añade que "no puede ser mejor la traducción que el original, un traductor puede escribir una cosa basándose en el original, pero ya no es traductor, sino imitador o adaptador".

Lamenta García Yebra que sólo los lectores que conocen la lengua original pueden evaluar la calidad de una traducción, por lo que únicamente los críticos puede orientar al lector sobre si lo que leen es fiel o no al original. El problema es que a menudo "los críticos tampoco saben el idioma original, o no disponen del tiempo necesario para comparar la obra original con su traducción". García Yebra cree que, en general, los críticos valoran sólo la traducción por "cómo suena en español", y no tienen en cuenta que a veces puede "sonar bien" y sin embargo ser una mala traducción que no responde al original. Claro que "también es mala si está mal escrita en español", apostilló.

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