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Reportaje:PANEL DE AGOSTO

En la cabina, Paco Clavel

Las salas del invierno musical siguen ofreciendo alternativas para el verano como el ejemplo que en Siroco marca la 'Operación Bikini 2000'

No iba vestido para dar espectáculo, como suele ir cuando él es la estrella. Moderadamente discreto, con una pequeña bola discotequera de espejos colgada a modo de medallón y una insignia con la bandera británica ("para celebrar los cien años de la Reina Madre, que se cumplen hoy") en el pecho, Paco Clavel quería demostrar así que esa noche de la pasada semana iba a ser "la música la auténtica protagonista". Él es el inventor e ideólogo de la Operación Bikini 2000, las sesiones de verano con las que la pequeña sala Siroco (San Dimas, 3, metro San Bernardo) quiere trasplantar el ambiente playero a la ciudad, una forma de mantener viva la clientela cuando la parroquia habitual se encuentra de vacaciones.Paco Clavel, permanente carnaval ambulante, iba, en efecto, más discreto que de costumbre la noche del pasado viernes porque detrás de la cabina de discos quería pasar inadvertido. Era una noche para la música enlatada, sonsacada de esa extravagante colección que ha atesorado desde su más tierna infancia, allá por los años cincuenta y sesenta, y que mantiene activa hasta hoy con las piezas y recreaciones más curiosas.

"Empiezo sofisticado y educado, pero al final acabo con una perra", confesaba cuando pinchó Music to watch girls by de la Bob Crew Generation, un éxito de la loca década de los sesenta, con la que inició su tanda. Con la ayuda de uno de los habituales pinchadiscos de la sala, Clavel fue abriendo un abanico de infinitas posibilidades musicales. Húbo temas curiosos: una versión en francés de Un rayo de sol a cargo de Ottawan, una adaptación muy rockera y enérgica del célebre Je t'aime (mas non plus), Estoy bailando por las Hermanas Goggi, una Chica ye-yé pasada a rumba por Las Chanay o Gran ganga, la pieza que popularizaron Almodóvar y McNamara en los ochenta, rumbeada por Los Manolos...Y otros más clásicos: Mamma mía, de Abba; Help, de Tony Roland; No pensar en ti, de Raffaella Carrá; These boots are made for walking, de Nancy Sinatra; Soul fingers, de Bar-Kays, o La tribu de las chochoni, por Alaska.

A tenor de las caras de satisfacción que ponía el personal congregado en torno a la cabina de discos y los movimientos que sin pudor exhibían los más bailongos por la pista del Siroco, podría decirse que la selección de canciones de Paco Clavel fue todo un acierto. Tanto, que rara era la canción, por extraña que resultara la versión, que no fuera tarareada por decenas de gargantas.

La decoración de la sala contribuye al ambiente distendido de esta Operación Bikini 2000, que se está celebrando todos los viernes y sábados de agosto a partir de las doce de la noche y que combina actuaciones en directo con sesiones de afamados pinchadiscos: palmeras de gomaespuma, cañizo de chiringuito por las columnas y bajo las barras, redes con caracolas colgando del techo y grandes franjas de colores chillones hechas de papel pinocho.

Entre el público entregado -muy distinto al de aspecto indie que el resto del año acude al local y que esa noche debía estar en el Festival Internacional de Benicàsim- fue fácil distinguir la noche del viernes pasado al matador de toros Rafi Camino o a la genial Paquita Romero, la cupletista que desde hace quince años ameniza las noches del Escueto, un club cercano a Siroco. Ella fue de las cinco primeras en llegar y por ello se llevó de obsequio una cinta casete con algunas de las canciones emblema de la Operación Bikini.

"Hacía quince años que no bajaba de copas a Madrid", confesaba con cara de felicidad Javier, uno de los acompañantes de Rafi Camino y propietario de algunas terrazas en la sierra madrileña.

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Pero no es Siroco la única sala que le da vueltas al magín para atraer a la un tanto exigua clientela en verano.

Clamores, por ejemplo, programa el ciclo Madrid Morena con actuaciones de artistas cubanos; Suristán mantiene su programación de actuaciones étnicas y el Café Central celebra sus 6.365 conciertos ininterrumpidos, que se cumplen en agosto, con el pianista Chano Domínguez o el armonicista Antonio Serrano.

Además, el camping de la Alameda de Osuna o la terraza del centro comercial de La Moraleja, inactivos en invierno, se abren en verano a las actuaciones en directo. La música en Madrid no cierra por vacaciones.

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