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Tribuna:LA CRÓNICA
Tribuna
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Ciencia humana AGUSTÍ FANCELLI

La exposición I després fou la forma... se inicia con tres esferas en piedra, idénticas en apariencia. Jorge Wagensberg, director del Museo de la Ciencia de la Fundación La Caixa, las vuelve a contemplar absorto y al cabo observa: "Se parecen, ¿verdad? Pues la primera es un huevo de dinosaurio, la segunda un proyectil de catapulta medieval y la tercera un canto del Llobregat. Es decir, la primera es una forma viva, la segunda una forma inteligente (artificial) y la tercera una forma necesaria (espontánea, natural)". Qué cosas tiene la realidad.El quid del asunto, dice Wagensberg, consiste en interrogar esa realidad adecuadamente. Él se pasó dos años haciéndolo, dos años de viaje por el mundo en busca de objetos singulares que ilustraran las formas que más se repiten, tanto en la naturaleza como en la actividad humana. Se ha traído de ese periplo cosas muy raras: una piedra del fondo del mar de 570.000 millones de años de antigüedad en la que las medusas han dejado su huella impresionista, un simpático hipocampo de ojos saltones que enrosca graciosamente su cola en un saliente de la pecera, un relámpago aprisionado en la piedra, un par de lagartos de púas afiladísimas, una escultura de Xavier Corberó, un coprolito ("¿Mande?". "Un excremento fosilizado de dinosaurio". "Ah"), un caganer de Belén ("Y eso, ¿qué tiene que ver con lo otro?". "Nada. Es que caga de una forma curiosa: en espiral") y una rama que se parece a un pájaro y que a Wagensberg le regaló un niño de cinco años para que la pusiera en su museo.

"La exposición nació de esa rama", prosigue el científico. "Preguntarse por las formas es estudiar la función que cumplen y ello implica poner en relación muchas disciplinas: las matemáticas, las ciencias naturales, la geología, la arqueología, la historia, el arte...". El arte. Una de las piezas expuestas es, en efecto, una especie de work in progress, un cubo de vidrio con diversos cantos de río dispuestos según tres ejes: el tamaño, el color y la redondez más o menos perfecta. Cuando se complete, este cubo contendrá 1.000 piedras diferentes. Pues bien, la propia Caixa ha registrado ya esa pieza entre sus fondos de arte contemporáneo.

En base a las funciones que cumplen, la exposición identifica ocho formas básicas en la naturaleza y, consecuentemente, en el quehacer de los hombres: el círculo genera; la espiral empaqueta, ahorra espacio; la hélice agarra, atornilla; el hexágono pavimenta; la parábola recibe y emite, es decir comunica; la onda desplaza; el ángulo penetra, y el fractual, esa suerte de metonimia natural en la que la parte es idéntica al todo -como en el copo de nieve-, permite acceder con continuidad a cualquier punto del espacio. "Ésta es una exposición al revés. No parte de una tesis que se demuestra a través de la exposición, sino de una serie de estímulos, todos reales, procedentes de la naturaleza o del trabajo humano, para que cada uno aprenda a observar y a elaborar sus propias tesis". Bien. ¿Y cuál es la tesis final de Wagensberg? "Pues que esas ocho formas fundamentales pueden reducirse a dos: el círculo, que engloba a las otras seis, y el fractual".

Wagensberg reivindica la emoción en la investigación ceintífica. Y ahí es donde interviene el compositor y violinista Jordi Cervelló, ese señor de aspecto afable que aparece junto a Wagensberg en la fotografía. Cervelló, viejo amigo de Wagensberg, con quien ya colaboró en dos obras de mediados de los años setenta, tituladas respectivamente Catàlisi y Biogènesi, ha compuesto una música específica para cada una de las formas fundamentales: el círculo es un punto en movimiento, una nota de flauta sola que encadena a toda la orquesta; el ángulo, acordes de diferente espesor que inciden sobre una franja uniforme de sonido; la espiral, tresillos (grupos de tres notas) descendientes; la hélice, algo parecido al sonido recurrente del vuelo del moscardón; la onda, una serie de escalas con eco sobre el continuo; el hexágono, un scherzo puntillista de melodías en el espacio vacío; la parábola, sonidos que viajan sobre una fuerte base rítmica; y el fractual, un canon: una célula simple que genera la globalidad de la pieza. "Es una música divulgativa, lejos de la frialdad del experimentalismo. He tratado de comprender los problemas científicos que planteaba cada forma y humanizarlos, hacerlos accesibles emocionalmente".

Ciencia humana: ciencia que sugiere y no impone. Que interroga y no pontifica. Que estimula a comprender y no a repetir un pensamiento burocratizado. Ojalá nos la hubieran explicado así en el cole.

Joan Guerrero
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