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Reportaje:

Conde de Livermore

Cuenta el escritor José Ángel Cilleruelo una anécdota que bien puede ilustrar lo que él considera la cualidad más esencial de Rafael Pérez Estrada: "su capacidad para crear metáforas y el sentido paradójico y sorprendente de su poesía, donde el tiempo no estaba sometido a su sentido existencialista".Volvía Cilleruelo de Málaga el pasado día 23 de mayo tras asistir al funeral del autor de El levitador y su vértigo, "transtornado y abatido aún por tantas y tan repentinas emociones". Y con semejante deambular iba por el aeropuerto de Barcelona, cuando se le presentó delante un señor con un cartel, esperando claramente a un viajero de nombre Mr. Livermore. Resulta que uno de los libros más celebrados de Pérez Estrada no es otro que el Bestiario de Livermore, apellido aristocrático que se entronca con el autor y con la gran burguesía malagueña del siglo XIX.

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Incluso sus amigos tildaron en alguna ocasión a Pérez Estrada como Conde de Livermore. "Me quedé anonadado hasta que se me escapó una sonrisa", recuerda Cilleruelo. "Entonces telefoneé a Juan Carlos Mestre y le dije: 'no nos tenemos que preocupar más por Rafael, ya lo tiene todo solucionado". En su última novela, Antonio Soler convirtió a Pérez Estrada en un mago. Razones tendría.

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