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Pepa Flores afirma que cuando era actriz no se quería, "ahora sí"

Hace 20 años, en pleno éxito, la actriz y cantante Pepa Flores, la adorada Marisol de los años sesenta, se fue sin ruido para cumplir su sueño: ser una mujer normal. Desde entonces, sólo alguna aparición fugaz. Las tentaciones de volver han sido continuas y su respuesta siempre no. Sólo la petición de una mujer desesperada, Carmen Alcaide, de realizarle una entrevista para apoyar un proyecto de ayuda a los discapacitados de Málaga, ha logrado sacar a Marisol de su mutismo. El País Semanal ofrece en exclusiva este domingo la entrevista.

"Querida Carmen, cuando recibí tu carta contándome vuestros problemas pensé que yo podría tener algún valor para vosotros. No lo dudé. No me gusta hablar de mí y llevo 20 años sin conceder entrevistas. En este caso hago una excepción".Éstos son los argumentos que esgrimió Pepa Flores para volver a hablar de sí misma. Ayudar "a los marginados". De la misma forma que, por amistad, Flores se prestó a comienzos de año a hacer los coros en el disco de una amiga, la cantante Aurora Guirado. Por los demás. Es lo único que le ha movido a romper la tranquilidad de la vida que lleva como mujer anónima en Málaga. "Soy una madre de tres hijas y una persona comprometida con el mundo que me ha tocado vivir. Vivo de una manera sencilla y nada atractiva, en el sentido de que pueda interesar a los demás", declara Pepa Flores. Vive en un piso de clase media, con vistas al mar, con un compañero fiel, una madre cómplice, sus hijas y un puñado de amigos.

"Antes yo no me quería nada, ahora sí me quiero", confiesa en la entrevista. Afirma que le ha costado mucho alcanzar esta autoestima desde que, en 1959, la que era una niña pobre malagueña se conviertiera en símbolo nacional. La trajeron a Madrid. Le cambiaron el nombre. Le tiñeron el pelo de platino y le quitaron el acento del sur. Era la novia de España, pero ella no quería ser Marisol. Hasta que tomó la decisión de desaparecer del mapa. Y la cumplió.

"El ego, el poder y el dinero son tres factores por los que una persona se puede ir a pique. Cuando vives en el mundo del espectáculo estás inmerso en un universo que no es cierto, no vives la realidad, y cuando ese mundo se desmorona puedes llegar al suicidio", cuenta Flores a Alcaide. La artista, célebre en su tiempo por su compromiso político a favor de la izquierda, sigue reconociéndose en lo que, al fin y al cabo, considera una etiqueta: "Si mi idea es la de compartir y el deseo de que todo el mundo tenga las mismas oportunidades, soy roja. Desgraciadamente, en la actualidad no hay un partido en el que me sienta representada. No creo en los políticos".

Sin embargo, su admiración por Cuba y su régimen político siguen intactos: "Les admiro. Es un pueblo heroico. Es el único país del mundo que no se ha vendido a los americanos. ¿Es nuestro sistema mejor que el de ellos? Nosotros estamos en un país capitalista a tope, esto no es una democracia y la banca nunca ha tenido tanto dinero, y la clase obrera menos. ¿Es este sistema mejor que el de los cubanos? Que me lo comparen. ¿Derechos humanos? Para mí, atentar contra los derechos humanos es lo que está haciendo EE UU con Cuba".

Marisol, que dice vivir "bien, pero no feliz, porque hay mucha gente que no dispone de lo necesario para vivir con dignidad", se confiesa también ecologista y preocupada por el medio ambiente. Su mayor ilusión es volver al campo. "Tener una casita donde pueda estar en el campo y divisar el mar, tener un huerto y cultivar lo que produzca y me ofrezca la tierra. Éste es mi sueño desde hace muchos años".

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