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El 'rojo' Livingstone se perfila como ganador de las elecciones de Londres

Ocho millones de londinenses eligen hoy a su alcalde y su Asamblea municipal. Catorce años después de que la exprimera ministra Margaret Thatcher aboliera el consejo municipal de Londres, la capital de Reino Unido volverá a contar con un alcalde, esta vez elegido por sufragio directo y con poderes ejecutivos. Si las encuestas no se equivocan, el izquierdista Ken Livingstone será desde hoy, y en contra de la voluntad del primer ministro, Tony Blair, alcalde de Londres, un cargo con similar proyección pública a la alcaldía de París.

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La batalla por el control político de Londres se decide hoy con un posible revés para el primer ministro laborista, Tony Blair, y un no descartable triunfo para el ala izquierda de su partido. Todo depende del ánimo de los sectores más desilusionados por la lentitud de los cambios sociales prometidos por Blair cuando resultó elegido hace casi tres años e instaló un laboratorio político de reformas audaz pero lento. El ganador impondrá el tono en una capital cuyo derecho a elegir a sus autoridades municipales fue anulado por Margaret Thatcher. La dama de hierro canceló el Great London Council (GLC) para anular los poderes de una ciudad de ocho millones de habitantes y quitarse de en medio a Livingstone, a quien las encuestas otorgan más del 50% de la intención de voto, a muchísima distancia de sus adversarios.

El antiguo laborista Ken Livingstone, el fogoso solterón más conocido como Ken el Rojo, se perfila como el ganador en su calidad de favorito de una lucha entre once candidatos que no excluye una amplia gama de excentricidades, nunca tan bien representada como con el Movimiento de la Ley Natural, que exhorta a la levitación como mejor fórmula para lograr la paz mundial.

El previsible triunfo de Livingstone, de 55 años, que apoyó al movimiento republicano en Irlanda del Norte y que representa la vieja guardia de la izquierda, era anoche motivo de regocijo entre los laboristas que califican a Blair de "un Thatcher con pantalones". Livingstone, popular y populista, que se presenta como candidato independiente después de haber sido expulsado de su partido, tiene el apoyo de los laboristas decepcionados con Blair.

Transporte y policía

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Y tiene razón. Su campaña electoral se ha basado en una plataforma de defensa de una gran reforma sobre el transporte público y una drástrica revisión de los poderes de la policía. Estas dos son precisamente las cuestiones que más preocupan a los londinendeses cansados del obsoleto y escasamente fiable sistema de transporte público, así como de la apacible conducta de la policía de Londres, donde el crimen va en ascenso mientras proliferan las drogas y los métodos para obtenerlas.

El gran debate de la campaña ha sido, precisamente, qué hacer con el Metro, que fue el primero en el mundo pero que hoy, víctima de la falta de inversión, tiene graves deficiencias como servicio público. El Gobierno de Blair pretende privatizar una parte del Metro, mientras que Livingstone defiende que siga siendo público. El ayuntamiento contará con unos 400 empleados (no 20.000 como llegó a tener el GLC) y se instalará a orillas del Támesis en un edificio diseñado por el arquitecto Norman Foster. Un triunfo de Livingstone tendría una lectura que Blair, en su despacho del número 10 de Downing Street, deberá analizar esta noche con gran preocupación: una rebelión dentro del Partido Laborista. El partido de Blair ha impulsado la dócil candidatura de Frank Dobson, un buen político cuyos numerosos pecadillos en el terreno de conquistas femeninas no han afectado su atractivo en el electorado.

¿Habrá un cambio en la política británica dependiendo de si el alcalde es o no amigo de Blair? Expertos entrevistados anoche por la televisión británica coincidían en estimar que no. El euro no ha sido un tema de la campaña. Eso refleja una identidad que une a conservadores, liberales y laboristas rebeldes.

Livingstone administrará un presupuesto de 3.500 millones de libras, prácticamente 100.000 millones de pesetas. Pese a la gran proyección pública que tendrá el nuevo alcalde de Londres, su presupuesto es la cuarta parte del que gestiona, por ejemplo, Madrid. Con 100.000 millones de pesetas, en Madrid sólo da para pagar las nóminas a los funcionarios.

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