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ELECCIONES EN RUSIA

Las grandes potencias esperarán a las elecciones para plantear sanciones a Moscú

Pilar Bonet

Rusia se mantuvo firme en su posición de no permitir mediaciones internacionales en la guerra de Chechenia e ignoró mayoritariamente las propuestas que surgieron en la cumbre de ministros de Exteriores de los países más industrializados del mundo más Rusia -el denominado G-8- ayer en Berlín. El foro, cuyo objetivo original inducido por la guerra de Kosovo era poner en marcha una política de prevención de conflictos, acabó, sin embargo, centrando su atención en las consecuencias desestabilizadoras de la contienda militar en el norte del Cáucaso.

El presidente de turno de la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE), el ministro de Exteriores de Noruega, Knut Vollebaek, que estuvo en las inmediaciones de Grozni esta semana, propuso celebrar una conferencia regional-internacional dedicada al norte del Cáucaso y advirtió de que un asalto a Grozni podía transformarse en un baño de sangre dado que en la ciudad quedaban 45.000 personas, según sus informaciones.La cumbre del G-8 en Berlín, la última de la presidencia alemana, mostró que la guerra de Chechenia ha aislado a Rusia dentro del club de países más desarrollados, al que el presidente ruso Borís Yeltsin tanto quiso pertenecer en el pasado. Sin embargo, la cumbre mostró también que el margen de crédito de Moscú no está agotado. Los principales socios occidentales de Rusia están dispuestos a esperar hasta después de los comicios de la Duma, que se celebran el 19 de diciembre, antes de considerar otro tipo de acciones (o presiones) para que Rusia encauce políticamente el conflicto checheno. Medios diplomáticos cercanos a la cumbre expresaban posturas diversas. Unos opinaban que la posición de Moscú puede cambiar tras los comicios y otros que Rusia se mantendrá firme en Chechenia, gane quien gane las elecciones.

Amenaza

Tanto el ministro de Exteriores de Alemania, Joschka Fischer, como la secretaria de Estado norteamericana, Madeleine Albright, se negaron a considerar ayer la posibilidad de sanciones internacionales. Fischer manifestó que nadie pone en cuestión el derecho de Rusia a defender su integridad territorial o su derecho a luchar contra el terrorismo. Sin embargo, "esta guerra supone una seria amenaza de la colaboración entre Rusia y todos nosotros", señaló el ministro.

El estado de ánimo de la reunión de ayer era "muy diferente" al que existía cuando "todos intentábamos solucionar cosas juntos", según manifestó Albright, mientras fuentes de la delegación estadounidense hablaban de la "desintegración" del G-8 en un grupo formado por "siete más uno". Albright admitió que la guerra tiene un efecto en las relaciones ruso-norteamericanas, pero subrayó que dada la importancia de Rusia "es necesario tener una relación funcional".

"Tras las elecciones

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[rusas] se abre una nueva dinámica", manifestó Fischer, que dijo no ver ningún espacio para un cambio de postura de Moscú antes de los comicios. "Creo que la oportunidad viene después", señaló el ministro. Las conversaciones bilaterales celebradas en el marco de la cumbre del G-8 y la intervención del ministro de Exteriores ruso, Igor Ivanov, el jueves ante la Comisión de Asuntos Exteriores del Bundestag (Parlamento federal) mostraron, según Fischer, que "Rusia entiende que se aislaría si mantiene este desarrollo".

Knut Vollebaek, que había visitado la zona chechena controlada por las tropas rusas, hizo cuatro propuestas en Berlín. La primera fue la entrada en vigor de un alto el fuego. Los rusos lo rechazaron porque, según dijo Vollebaek, Moscú ve el alto el fuego como una oportunidad para que los rebeldes se reagrupen y se reorganicen.

La segunda propuesta de Vollebaek fue la oferta de sus servicios de mediación en un diálogo entre el presidente checheno, Aslán Masjádov, y el ministro de Situaciones de Emergencia, Serguéi Shoigú. Los rusos la rechazan con el argumento de que no necesitan una mediación externa y que existe ya un diálogo entre Moscú y Chechenia.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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