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El comité científico de la UE está dividido sobre el embargo francés al vacuno británico

París sólo levantará el bloqueo si Londres mejora sus controles o etiqueta la carne

Los 16 miembros del Comité Científico Director, máximo órgano asesor de la Unión Europea en materia científica, están divididos sobre el apoyo a la postura francesa de mantener unilateralmente el embargo al vacuno británico por temor a la enfermedad de las vacas locas. De la decisión de ese comité, que se hará pública mañana, dependerá que Francia tenga que levantar el embargo, como ya hizo el 1 de agosto el resto de la UE, o que la Comisión Europea se vea forzada a reimponer el bloqueo general a la carne británica. La tensión sigue entre Londres y París

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Los argumentos franceses han encontrado un eco sólo relativo en el Comité Científico Director, cuyo dictamen será determinante para la Comisión Europea. Aunque los expertos oficiales comparten el dato esgrimido por sus colegas franceses de que la epidemia de las vacas locas se ha reducido en Gran Bretaña menos de lo previsto, la mayoría del comité considera que la postura del Gobierno de París no está suficientemente fundada, según las filtraciones que han trascendido de fuentes del propio comité.Salvo sorpresa, todo apunta a que la posición francesa no contará con el respaldo comunitario en este asunto. Ante esa perspectiva, el Gobierno francés trata de encontrar un compromiso con el Ejecutivo de Londres y las autoridades comunitarias que le permita salvar la cara políticamente, en un momento en el que la campaña antifrancesa está en todo su apogeo en el Reino Unido.

Como condición previa a levantar el embargo, el Gobierno francés pretende que el dictamen del Comité Científico Director fuerce a los británicos a medidas ción de la epidemia de las vacas locas, o establezca comás rigurosas para la eliminantroles que garanticen la tranquilidad.

El problema para París es que necesita encontrar un soporte o un revestimiento científico a la hora de dar salida a una crisis inducida por sus propios expertos de la Agencia de Seguridad Sanitaria, opuestos al levantamiento del embargo. "Nosotros hemos fundado nuestro razonamiento en una investigación científica, así que cambiaremos de opinión cuando también lo hagan los científicos", indicó ayer el ministro de Agricultura, Jean Glavany.

Entre las propuestas que maneja el Ejecutivo de París figura la de que, tal y como se hace en Francia, los ganaderos británicos eliminen sistemáticamente al conjunto del ganado que haya estado en contacto con una res enferma. Otra fórmula, esbozada de manera soterrada puesto que su mero enunciado casi permite oír los gritos de indignación procedentes del otro lado del canal, es que se certifique de manera más rigurosa el origen e historial de la carne británica puesta al consumo en Europa. Esta medida chocaría con la normativa europea sobre libre comercio.

En el plano político, las autoridades francesas cuentan con la comprensión de otros gobiernos, igualmente recelosos ante el levantamiento del embargo ordenado por la UE el 1 de agosto, pero es poco probable que eso le libre del eventual expediente sancionador reclamado por Londres. Pese a las gesticulaciones de estos días y el tono bronco de las declaraciones, el Gobierno británico está interesado también en un compromiso que zanje la polémica y ponga fin a la crisis.

Ganaderos británicos

Pero el poderoso lobby ganadero británico trata de forzar a Tony Blair a que imponga un embargo unilateral a los productos franceses: desde las manzanas hasta los pollos, pasando por el vino y el paté. La guerra comercial no declarada oficialmente pero que brama en los supermercados y restaurantes británicos se intensifica por horas. Mientras el comité científico europeo delibera, en los mercados y los pubs de Londres crece la hostilidad hacia Francia.

Blair intentó ayer reducir el furor popular atizado por la oposición conservadora. Ante la cámara de los comunes, Blair dijo que sería insensato y "suicida" un bloqueo de todo lo que venga de Francia. El líder conservador, William Hague, arrancó aplausos de la cámara cuando dijo que "comer caca francesa" era una humillación intolerable y demandó un boicot contra Francia, una idea que Blair destruyó con el argumento de que semejante acto de desesperación nacionalista era "tonto e irresponsable".

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