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Moscú anuncia una intervención terrestre en Chechenia para crear una zona de seguridad

Habrá intervención terrestre en Chechenia, pero, según el ministro de Defensa ruso, Ígor Serguéyev, su objetivo no será, al menos en una primera fase, poner de rodillas al régimen de Grozni, sino tan sólo crear una zona de seguridad contra futuros ataques de las milicias islámicas a las repúblicas caucásicas vecinas. "Moviéndonos lentamente", aseguró Serguéyev, "determinaremos en cada sección de la frontera la profundidad de la franja que se necesita para garantizar nuestra seguridad". Mientras, sigue creciendo la ola de refugiados que huyen de las bombas rusas.

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El Ejército ruso se dispone, en cualquier caso, a completar por tierra el efecto de la campaña de bombardeos aéreos sobre Chechenia, que ya va por su noveno día. Defensa negó informaciones de televisión y de agencias que, citando a veces fuentes de la república independentista, daban cuenta de que columnas de tanques habían cruzado ya la frontera.Si Serguéyev no miente (y en la guerra vale todo), lo más probable será que la franja de seguridad (que recuerda la de Turquía en el norte de Irak o la de Israel en el sur de Líbano) se extienda hasta el río Terek. Esta frontera natural se considera como la mejor posible para mantener a raya a las milicias islámicas y garantizar que, si vuelven a atacar, se limiten los combates al territorio checheno.

Desde los periódicos de las Fuerzas Armadas llega una clara presión para pasar cuanto antes a la acción decisiva que refleja el estado de opinión entre los generales. Uno de ellos, Ibrahim Suleímenov, que también es diputado, asegura en el diario Estrella Roja que "hay que hacer la vida imposible a los bandidos, que sólo entienden el lenguaje de la fuerza". Por su parte, el semanario Visión Militar Independiente cita fuentes castrenses para asegurar que la ofensiva debe producirse ya si pretende conseguir sus objetivos antes de que llegue el mal tiempo, que dificultará las misiones aéreas.

Las operaciones de las fuerzas rusas prosiguen sin que haya ninguna resistencia visible del enemigo. El ministro de Defensa checheno, Magomed Jambíyev, negó que se haya producido ya algún choque y aseguró que su Ejército no abrirá fuego hasta que no reciba la orden directa de Aslán Masjádov, que todavía parece confiar en que quede espacio para la negociación.

Condena pública

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El ministro ruso de Nacionalidades, Viacheslav Mijáilov, volvió a condicionar ayer una eventual entrevista con Borís Yeltsin a que el presidente de Chechenia condene públicamente el terrorismo y se disocie de Shámil Basáyev y del comandante Jatab, que dirigieron las dos pasadas invasiones de Daguestán. Es una petición difícil de cumplir por un presidente que sólo en teoría tiene el poder y que incluso ha dado recientemente a Basáyev el mando de uno de los tres sectores militares.Desde el extranjero, son ya muy numerosas las voces (de Estados Unidos, de la Unión Europea y de algunos de sus países miembros, de Turquía, etcétera) que aconsejan a Moscú que se contenga y que dé una oportunidad al diálogo. Sin embargo, en Rusia, la mano dura con los chechenos sigue contando con mucho apoyo, hasta el punto de que el primer ministro, Vladímir Putin, abanderado de esta postura de fuerza, ha visto aumentada espectacularmente su popularidad en las últimas semanas.

Por primera vez desde su nombramiento, el pasado agosto, se hace verosímil que Putin llegue a convertirse en un candidato viable a la presidencia, aunque le queda aún mucho camino (y tal vez mucha guerra) para consolidarse. Todo dependerá de si el conflicto es corto, victorioso y con pocas bajas propias, o de si, por el contrario, termina en otra horrible mortandad y en una humillación como la sufrida en la guerra que concluyó en agosto de 1996. Entre tanto se acercan ya a 100.000 los chechenos (sobre todo ancianos, mujeres y niños) que han buscado refugio en las repúblicas vecinas, y sobre todo en Ingushetia, que ve desbordada su capacidad de acogida. Ayer llegó el primer convoy de la agencia de la ONU para los refugiados (ACNUR) con azúcar, aceite, tiendas y colchones, así como un avión ruso con 19 médicos y cuatro toneladas de medicinas. Está en camino desde Moscú un convoy de 16 vehículos con alimentos, ropa y mantas.

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