_
_
_
_
_

Los obispos asumen la inclusión de la pena de muerte en el catecismo

El arzobispo castrense presenta junto al cardenal Rouco la versión castellana del texto latino

Guía de certezas, pero menos. Una alusión contundente a la pena de muerte, justificada por la Iglesia cuando "los medios incruentos" no son suficientes, obligó ayer a José Manuel Estepa Llaurens, único arzobispo castrense español, a valerse de toda su capacidad escolástica para aclarar que los obispos españoles no son partidarios de la citada pena de muerte, aunque entienden que el Catecismo de la Iglesia Católica mantenga esa figura en su versión definitiva, cuya traducción castellana fue presentada ayer en Madrid en presencia del cardenal Antonio María Rouco."No todos los párrafos del catecismo tienen el mismo nivel doctrinal; hay diversos niveles dogmáticos", dijo Estepa ante las reiteradas preguntas de los periodistas. En realidad, en el texto leído por el arzobispo castrense, distribuido en un meticuloso dossier de la oficina de prensa de la Conferencia Episcopal Española, se dice que el Catecismo es "un punto central de referencia" (en la acción de catequésis) y "una guía de certezas para el camino".

"Supresión del reo"

La Constitución española declara abolida la pena de muerte, y los obispos españoles respaldan, dijo Estepa, esa "proclamación". En eso fue tajante. "Mi conciencia no entra en conflicto". Pero añadió: "Nuestra reflexión se refiere a España". La pregunta consecuente fue si la Iglesia tiene un catecismo para cada país, una guía de certezas para cada cultura nacional.

Lo cierto es que la traducción castellana del Catecismo definitivo de la Iglesia Católica, redactado 34 años después del Concilio Vaticano II para adaptarse a sus doctrinas y orientaciones, no deja lugar a dudas sobre la pena de muerte. Existe, se justifica e incluso aparece más nítida en la versión de este año, que aumenta y corrige la promulgada por Roma el 11 de octubre de 1992, de la que se vendieron más de ocho millones de ejemplares.

En 1992, el Catecismo de la Iglesia Católica decía, en su capítulo sobre "La legítima defensa", que "la enseñanza tradicional de la Iglesia ha reconocido el justo fundamento del derecho y deber de la legítima autoridad pública para aplicar penas proporcionadas a la gravedad del delito, sin excluir, en casos de extrema gravedad, el recurso a la pena de muerte".

La versión de ahora, tan heredera de Tomás de Aquino como aquella en sus tesis sobre la violencia legítima, es más directa y pone en presente y en una oración principal lo que antes era una subordinada con el verbo en infinitivo. Primero alude a la pena de muerte y, más tarde, apuesta por "los medios incruentos" para defenderse o para proteger la seguridad de las personas. Dice el nuevo Catecismo: "La enseñanza tradicional de la Iglesia no excluye, supuesta la plena verificación de la identidad y la responsabilidad del culpable, el recurso a la pena de muerte (...)". Dos párrafos más atrás el doctrinario católico advierte, sin embargo, que con los medios actuales "los casos de absoluta necesidad de supresión del reo son ahora muy raros, si no son incluso prácticamente inexistentes".

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_