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GENTE

LA ODA NUPCIAL DE EDUARDO Y SOPHIE

Isabel Ferrer

Mientras el pintoresco pueblo de Windsor se engalanaba ayer para honrar a Sophie Rhys-Jones y el príncipe Eduardo de Inglaterra, que se casan en la capilla de San Jorge del castillo a las cinco de esta tarde, Andrew Motion, flamante poeta laureado, daba precisas instrucciones a sus agentes literarios para la publicación de su primera oda real. La composición, de 12 líneas, sólo podrá ser publicada por la prensa británica previo pago de 50.000 pesetas. Un módico precio, teniendo en cuenta que los beneficios obtenidos serán remitidos a las organizaciones que ayudan a los refugiados de Kosovo. El escritor se estrena así en su papel de trovador oficial de la casa de Windsor, que espera mucho del último matrimonio de uno de sus miembros antes del nuevo milenio. La novia quería una ceremonia "sencilla" y ha convocado a sus invitados al caer la tarde. Poco amiga de los fastos, Sophie prefiere que las damas no lleven sombrero. El diseño de su vestido, guardado en secreto como es de rigor, será, asimismo, de líneas simples. Lo más alejado posible de los barrocos trajes de ensueño lucidos por la difunta Diana de Gales y por Sarah Ferguson, ex esposas de Carlos y Andrés, hermanos varones del novio y que actuarán como testigos en la ceremonia. Con la tarta ha sido menos sobria. Conoció a Eduardo en un campeonato benéfico de tenis y se espera que algunos evocadores detalles de dicho deporte aparezcan en el pastel. Para las tiendas de recuerdos nacionales, el dulce es lo de menos. Dentro y fuera de Windsor se venden desde hace días toda clase de objetos relativos a la Corona y a la joven pareja, aunque esta vez no han tenido la aceptación de las bodas precedentes en la familia real. Para cuando Sophie y Eduardo abandonen el templo convertidos en esposos, por lo menos 30.000 de los compradores más entusiastas les aplaudirán a su paso por las calles abiertas a los pies del castillo favorito de la reina Isabel II. Tras los fastos, la pareja tiene pensado instalarse en una mansión rehabilitada en la localidad de Surrey, a unos 40 kilómetros al oeste de Londres, convirtiéndose así en inquilinos de la madre del novio, que les cede el palacete.- , -

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