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CARMELO ANGULO BARTUREN DIPLOMÁTICO

"Si no queremos otros Kosovos no hay que dejar sola a Centroamérica"

Carmelo Angulo (Bilbao, 1947) es diplomático desde hace 25 años. Tras pasar distintas etapas en Mauritania, Túnez y Canadá, llegó a ser embajador en Bolivia y Colombia. Actualmente trabaja en Nicaragua como coordinador residente del Sistema de Naciones Unidas y representante del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo. Él fue uno de los artífices de que la ayuda exterior por el huracán Mitch se distribuyera de forma eficaz. Pregunta. ¿Para desarrollar el Sur hay que transformar el Norte? Respuesta. La globalización ofrece grandes oportunidades a los países del Sur, pero también es una vía de exclusión. Hay muchos países que se están quedando en el furgón de cola del tren del progreso. No cabe duda que hay que transformar modelos, hábitos o reglas de juego en el Norte, para que los países del Sur puedan encontrar un entorno en el que puedan crecer humana, económica y socialmente en condiciones. P. ¿Cómo se concibe hoy la cooperación internacional? R. La cooperación fue primero filantropía pura y caridad. Después pasó a ser una asistencia técnica con un cierto grado de paternalismo. Hoy la concebimos como una visión moderna y solidaria que es asociación, partenariado. El hábito correcto de cooperación es ayudar a transformar los países y marcharse una vez que existen las capacidades nacionales para desarrollar los propios sistemas. P. ¿Estamos ante nuevas formas de cooperación en las que los estados intervienen menos y las ONG, universidades, etcétera tienen mayor protagonismo? R. Los gobiernos juegan todavía un papel muy importante, pero no cabe duda de que la cooperación procedente de ONG, municipios, iglesias, universidades, fundaciones también es importante. Principalmente porque tiene mucha menos burocracia, menos costes y llega más y mejor a la gente del mundo rural. P. ¿Cómo se puede hacer más eficiente la cooperación? R. Hay unas reglas que están cambiando que hacen una cooperación de menor cantidad, pero de mejor calidad, buscando una mayor rapidez y eficacia. Es necesario un acuerdo previo entre donantes, para que llegue a los grupos vulnerables como población rural, mujeres, niños o indígenas. P. ¿Qué va a pasar en Centroamérica tras el Mitch? R. Honduras, Nicaragua, El Salvador y Guatemala tenían problemas graves de vulnerabilidad política, socioeconómica y ambiental. El Mitch ha hecho más trágicos los niveles de pobreza y marginación en los que vivían millones de personas en la región. Es fundamental que la comunidad internacional acuda en socorro, no sólo humanitario, también con créditos y grandes ayudas, para hacer frente a cuatro grandes problemas: seguridad alimentaria, asentamientos humanos, paro y deuda externa. P. ¿Cómo ve la ayuda española antes y después del Mitch? R. España hizo un gran esfuerzo humanitario, por medio del Estado o de particulares, con esfuerzos muy importantes que resolvieron problemas de primera necesidad. Ahora, creo que España debería ayudar, utilizando créditos blandos FAD e intentando en foros internacionales que Centroamérica, y particularmente Nicaragua, reciban todo el apoyo posible. P. Es decir, que España puede tener un papel clave en el futuro de Centroamérica. R. Sin duda, puede tener una de las claves del futuro de la región, por su peso moral en la UE y su relación privilegiada con los países de la región. España podría liderar una operación de salvamento, de regeneración y de transformación de Centroamérica, que, en tres o cuatro años, le haga olvidarse del Mitch. Es el momento de no dejar sola a Centroamérica, si no queremos otros Kosovos. Hubo un momento en que a esta región se la empujó a la paz, la integración, el diálogo político, la democracia. Ahora necesita acompañamiento, esfuerzos asociativos serios, un apoyo a largo plazo. P. ¿En Centroamérica, es más difícil organizar la paz y la democracia que la guerra? R. La guerra fue traumática y fragmentadora, pero los actores o enemigos se conocían entre sí. En democracia los actores, los intereses, las opiniones son múltiples y se parte de unos niveles de desarrollo humano, económico o político, muy bajos. Organizar todo eso es complicado. La paz y la democracia están siendo un problema, y si encima los países tienen tragedias como el Mitch, esto es un gran retroceso. P. ¿Hay un retroceso de la explosión democrática iniciada en Centroamérica esta década? R. Más que retroceso, lo que hay es un riesgo de estancamiento de la paz y la democracia. Tengo miedo que la democracia se estanque. Después de la guerra se abrieron las puertas a la libertad de opinión, organización política,... Ahora es el momento de perfeccionar todo eso, de construir una democracia de segunda generación, con una fiscalización y descentralización del poder y una alternancia en el mismo. Cuesta llegar a eso porque muchos gobiernos proceden de sectores empresariales o conservadores, a los que les cuesta entender lo que es una democracia real. P. ¿Es necesaria una clase media que equilibre el sistema? R. El sistema dificulta que surja una clase media equilibradora. Se mira mucho el equilibrio económico, la inflación, la balanza de pagos. El remedio no es hacer sólo buenas políticas económicas, es también hacer frente a los problemas de salud, educación, vivienda, agua, y generar un ambiente político idóneo para alcanzar soluciones globales. O se buscan soluciones para acabar con la brecha social o Centroamérica será un polvorín del que podrán surgir cualquier tipo de tensiones en el futuro.

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