_
_
_
_
_
Entrevista:

JOSÉ ENRIQUE RUIZ-DOMÈNEC HISTORIADOR "La historia de las mujeres no es una galería de víctimas"

Escribir sobre la mirada y la voz femenina significa para el historiador José Enrique Ruiz-Domènec (Granada, 1948) romper el muro detrás del cual la historia universal elaborada por los hombres ha ocultado los testimonios de las mujeres. En su último libro, El despertar de las mujeres (Península), Ruiz-Domènec se propone observar la historia desde el otro lado, desde la óptica femenina, "tan olvidada, manipulada o, simplemente, silenciada". El autor, catedrático de Historia Medieval en la Universidad Autónoma de Barcelona y director del Instituto de Estudios Medievales, ha viajado e indagado en nuestro pasado inmediato -la Edad Media- para reunir una serie de microbiografías de mujeres que tuvieron su propia voz y reivindicaron su lugar en el mundo. Mujeres que escribieron, como Christine de Pizan; mujeres que urdieron intrigas políticas, como Blanca de Castilla; mujeres que hablaron por primera vez del amor entendido como un sentimiento, como Constanza de Bretaña; mujeres que auspiciaron el arte e hicieron de transmisoras de valores, como Berenguela de Barcelona, o mujeres que se rebelaron contra la tutela asfixiante de la Iglesia, como Juana de Arco. En el recorrido a través de las vivencias de estas mujeres, Ruiz-Domènec ha aprendido que la historia escrita hasta ahora no es suficiente historia. "El testimonio de las mujeres nos enseña que el pasado fue diferente a como habíamos creído hasta ahora", afirma. Pregunta. En su libro dice que el futuro de la mujer está en conocer su pasado. ¿Por qué indaga usted en la Edad Media precisamente? Respuesta. Porque la Edad Media es nuestro pasado inmediato, del que arrancan todos los fenómenos sociales, culturales y políticos de nuestro mundo. No por casualidad aparecen también en aquel momento los primeros bocetos de preocupación, de inquietud, de toma de conciencia de la mujer sobre su propio papel. En un capítulo del libro me refiero a los prolegómenos de este despertar de las mujeres y he tenido que retroceder un par de siglos y llegar hasta geografías exóticas, como Japón, pero allí esta toma de conciencia no llegó a consolidarse, a diferencia de lo que ocurrió en Europa occidental. El otro gran despertar, el actual, que arranca de finales del siglo XIX, también ha ocurrido en el marco de la civilización occidental. P. ¿Por qué utiliza el término despertar? R. Es un concepto que he extraído de las grandes novelistas americanas de finales del siglo XIX y principios del nuestro, como toma de conciencia crítica de lo que pueden y deben ser, de lo que quieren ser las mujeres. En algunos momentos en el pasado, las mujeres han llegado a ser casi fascinantes, pero nada comparado con lo que les espera si saben comprender bien la historia, su pasado. P. ¿Qué podemos aprender hoy de las mujeres del pasado? R. Muchos de los gestos e ideas de la sociedad actual proceden de las mujeres y no lo sabíamos porque lo habían ocultado los mecanismos de confusión de los historiadores del siglo pasado, entre los que imperaba la misoginia. El reto de este libro es observar la historia desde el otro lado, desde la mirada femenina. P. ¿Por qué es diferente la mirada de las mujeres? R. Porque cuando revisan el pasado descubren que hay prejuicios que anidan en contra de ellas y su actitud es más crítica. Las mujeres ven el mundo de una forma menos épica, menos agresiva y más multicultural. Lo importante de mi ensayo es que pone de manifiesto que las mujeres en la Edad Media intentaron muchos objetivos y consiguieron bastantes. Y precisamente lo que consiguieron ha entrado a formar parte de los entresijos de nuestra vida. Por ejemplo, el concepto de amor como un sentimiento interior de la persona aparece por primera vez en una carta de una mujer de la Edad Media. Me congratula romper con la idea de que la historia de las mujeres es una galería de víctimas. Los testimonios que aparecen en el libro demuestran que esto es incierto. P. Desde hace tiempo han sido las mujeres las que han intentado reescribir la historia para dar el punto de vista femenino, y ello se ha hecho sobre todo desde el feminismo; ¿el suyo es también un punto de vista feminista? R. Yo adopto una actitud distante y crítica en ocasiones con algunos sectores del movimiento feminista, donde la recuperación de la mirada femenina se hace desde la vía del victimismo o sólo para justificar que este despertar del que hablo únicamente podía producirse en la actualidad y no en el pasado. Ésta es una idea evolucionista de la historia que rechazo.

Más información
"Mi libro muestra deslizamientos en algunas posturas feministas"
Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_