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El Guadiamar tardará 10 años en regenerarse, según los científicos

Críticas al 'corredor verde' que prevé la Junta

La zona afectada por la rotura de la balsa minera de Aznalcóllar tardará 10 años en regenerarse, según un panel de científicos reunidos ayer en Madrid para valorar los riesgos ambientales del desastre. Las huellas del vertido durarán más. Un observador sin ningún conocimiento de biología las podrá notar aún dentro de 25 años, y un experto botánico las detectará todavía dentro de 50, según precisó el ecólogo de la Universidad de Sevilla Francisco García Novo.

Aunque la tarea de retirada de los lodos en los 26 kilómetros cuadrados del área afectada por el vertido se considera cumplida en más de un 90%, los expertos coinciden en que para dar por retirados los restos de metales que contaminan el suelo harán falta otros cinco años más de limpieza, concluyeron los científicos reunidos en la Fundación Gómez Pardo.En el décimo informe de los científicos del CSIC se daba cuenta de que el territorio afectado contiene todavía un 47% de cinc y un 68% de arsénico por encima de los valores límite establecidos internacionalmente para considerar un terreno libre de contaminación.

Juan Llamas, de la Universidad Politécnica de Madrid, afirmó que, aunque la opinión pública se fija en la presencia de arsénico "por ser muy conocido y estar asociado a la novela negra", tan peligrosos como este producto son el cadmio (presente con un 40% de exceso), el plomo (con un 25%) y el talio (con un 11%), que produce alteraciones en el sistema nervioso.

Ni Llamas ni Antonio García Sánchez, del Instituto de Recursos Naturales del CSIC en Salamanca, son partidarios de que se utilicen como referencia los límites autorizados de metales en países como Holanda o Canadá, que es lo que se viene haciendo. Estos dos científicos creen que cada territorio, en este caso Doñana, debe contar con sus propios límites científicamente definidos.

García Novo abundó en esta tesis al afirmar que las especies del valle del Guadiamar, adaptadas a sus cíclicas sequías e intensas inundaciones, tienen una enorme capacidad de autorregeneración, a pesar de encontrarse en una franja pirítica explotada por la minería desde hace 4.500 años.

El catedrático sevillano dijo que había logrado que las excavadoras le dejaran algunas parcelas sin limpiar para poder estudiar cómo reaccionan los ecosistemas ante agresiones tan fuertes como la ocurrida hace ahora un año en el río Guadiamar.

Operación de imagen

Novo criticó a la Junta de Andalucía por abordar la recuperación del Guadiamar como una operación de imagen al crear el llamado Corredor Verde, un "pasillo ecológico" en el que se van a invertir entre 10.000 y 15.000 millones de pesetas. Él cree que sería mucho más barato que se expropiaran a los agricultores únicamente las tierras que están realmente contaminadas, y no una franja indiscriminada.De la misma opinión es García Sánchez, quien atribuye esta iniciativa a que sale más barato expropiar que limpiar los suelos contaminados hasta alcanzar los límites internacionales permitidos.

Sobre las críticas que la ministra de Medio Ambiente Isabel Tocino ha formulado en ocasiones contra los datos ofrecidos por la comunidad científica que han resultado alarmantes, tanto Llamas como García Novo replicaron que, cuando estos resultados son favorables, la ministra los da por buenos, y los rechaza cuando no coinciden con los que a ella le gustaría facilitar.

Por otra parte, el presidente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), César Nombela, aseguró ayer que las aves y distintas poblaciones de Doñana "no corren ningún peligro" a causa del vertido tóxico. Nombela dijo en rueda de prensa que el último informe del CSIC -que asegura que el 11% de las aves de Doñana ha podido contaminarse por metales pesados-, plantea una hipótesis "no extrapolable al total de las poblaciones de la fauna".

El investigador reconoció sin embargo que en algunas zonas de la marisma próxima a Doñana "persiste una contaminación residual" procedente del vertido tóxico de Aznalcóllar, y que por motivo de esta contaminación "en muchos casos" hay aves con "niveles subletales" de contaminación por metales pesados. Además, diversas autoridades andaluzas y portavoces de la empresa Boliden y de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir (CHG) desmintieron ayer que se hubiera producido un nuevo vertido tóxico en el mismo lugar donde tuvo lugar el desastre del año pasado. Las aguas contaminadas (detectadas en el río Agrio el mes pasado) son controladas "día a día" por la CHG, según Boliden, y los nuevos índices registrados no son más que "filtraciones de la balsa rota el 25 de abril del año pasado", según Juan Saura, comisario de Aguas de la CHG.

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