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"Nos dieron 3 minutos para salir de casa"

El director de un diario de Kosovo y otros intelectuales deportados narran en Londres la tragedia del éxodo

La historia se repite. El periodista albanokosovar Midjen Kelmendi toma como referencia la película de Spielberg La lista de Schindler, sobre la persecución nazi de los judíos, para relatar el calvario sufrido en Pristina durante los últimos días. "Pronto comprobé", dijo ayer en Londres, "que no teníamos a un Oscar Schindler serbio dispuesto a interceder por nosotros". Tras escapar de la opresión yugoslava, Kelmendi y un grupo de colegas, incluido Baton Haxhiu, director del diario Koha Ditore, solicitan ayuda al Gobierno británico para lanzar un periódico en un país vecino a Kosovo.Sentados en un salón del Foreign Office, con huellas de sufrimiento en sus rostros, el grupo de refugiados albanokosovares dió detalles ayer sobre la persecución y campaña de limpieza étnica emprendida por Serbia. "Estaba escondido en un sótano en Pristina", explicó Baton Haxhiu a través de un intérprete, "cuando escuché por la radio que me habían matado. Realmente sentí que me habían ejecutado".

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Haxiu, de 33 años, estuvo doce días escondido en el sótano. Cada mañana escuchaba los pasos de las fuerzas paramilitares y las respectivas órdenes de desalojo. "A mi familia le dieron tres minutos para salir de casa", dijo con voz entrecortada. Finalmente él también cayó prisionero: "Me obligaron a viajar en un coche con tres agentes de policía por Pristina. El trayecto duró 20 minutos y nunca dejaron de jugar con sus armas".

El director del Koha Ditore escapó de sus agresores y consiguió llegar por su cuenta hasta la frontera de Macedonia. A su colega, Midjen Kelmeni, agentes serbios le forzaron a abandonar la ciudad cuando descubrieron la vivienda donde se escondió durante una semana. "Busqué cobijo porque las fuerzas serbias comenzaron a disparar contra la gente. Me refugié en un barrio albanés hasta que nos echaron de las casas y nos llevaron a la estación de tren de Pristina", rememoró.

Las escenas en la estación hicieron recordar a Kelmendi la película de Spielberg. "Las imágenes parecían entresacadas de La lista de Schindler, pero no había un Oscar serbio dispuesto a interceder por nosotros", comparó. "Entonces supe que nos iban a deportar", continuó a través del intérprete. "Estuvimos en la estación desde las cuatro de la tarde hasta la medianoche. Durante ese tiempo, tres bebés nacieron y dos ancianos murieron en el andén". En el viaje hasta la frontera, el grupo de amigos perdieron todo lo que tenían. Literal y metafóricamente. "Soy una deportada. No tengo pasado y tampoco tengo asegurado el futuro", dijo Bili Djonballaj, intérprete de la embajada británica en Pristina. "Los únicos momentos tranquilos durante este infierno se producían cada vez que la OTAN bombardeaba la ciudad. Al menos podíamos cenar en paz porque sabíamos que las patrullas serbias no saldrían a la calle", confesó en Londres.

De sangre, dolor y horror habló también Blerim Shala, miembro independiente de la delegación albanesa que participó en las negociaciones de Rambouillet: "El acuerdo era justo y decente. Está claro que la estabilidad, seguridad y paz en Kosovo no puede darse sin la presencia de la OTAN en la región". El grupo de albanokosovares se presentó ante la prensa internacional con Robin Cook, ministro británico de Exteriores. "Milosevic no quería que las cámaras de televisión o la prensa fueran testigos de sus crímenes de guerra y limpieza étnica", señaló ayer el ministro. Para contrarrestar la censura impuesta por Belgrado, el Gobierno de Tony Blair accedió ayer a subvencionar al periódico albano que el grupo de refugiados quiere lanzar cerca de Kosovo. La edición del equivalente al Koha Ditore se montará en un país lindante con Kosovo a partir de una donación de unos 24 millones de pesetas.

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