_
_
_
_
_

Los gemelos Roscubas repasan su carrera en común a través de 68 obras

Naiara Galarraga Gortázar

El ser gemelos ha marcado buena parte de la trayectoria artística de Vicente y Fernando Roscubas (1953, Palma de Mallorca). La antología Idas y venidas, inaugurada ayer en Bilbao, repasa los frutos de su trabajo en común a través de 68 trabajos, entre cuadros, esculturas e instalaciones. Trabajar por separado les gusta, pero menos. "Lo que sí hemos notado es que trabajando juntos es como mejor nos hemos encontrado con la obra y mejores resultados hemos logrado", explicó ayer Fernando. Y su hermano lo confirmó.

Las 68 instalaciones que componen esta antología del trabajo que los gemelos Roscubas han hecho mano a mano abarca una trayectoria común, iniciada hace 25 años, basada fundamentalmente en grandes montajes integrados por multitud de elementos similares y un puñado de esculturas. La exposición, que permanecerá abierta al público en la Sala Rekalde (Alameda de Rekalde 30) hasta el próximo 7 de marzo, recorre una obra que incluye aproximaciones al pop, al expresionismo y a lo minimal. El director de la sala, Javier González Durana, señaló que esta muestra con la que inaugura el calendario de exposiciones de 1999 servirá para sacar a la luz la "intensa, diversa y prolífica" obra de estos hermanos criados en Bilbao. "Su trabajo a veces ha tenido un devenir un tanto secreto; muy apreciado en circuitos artísticos y de la crítica de arte, pero sin haber tenido oportunidad de ponerse en contacto hasta ahora con el gran público". No obstante, hace bien poco se expuso en Vitoria una veintena de las producciones más recientes de estos hermanos. Fue en la sala Amarika de la capital alavesa, desde el pasado noviembre hasta este mes, según recordó el director de Rekalde. La exposición es también peculiar porque en esta ocasión no ha habido comisario, sino que los propios gemelos se han encargado de seleccionar las obras. El director de Rekalde recordó que, como sus obras son poco conocidas incluso en las galerías, difícilmente hubiese podido encontrar a alguien que tuviera "una imagen cabal de conjunto" como para hacer un extracto que ilustrara esa colaboración. Vicente admitió que tantearon a alguna persona para que se ocupara del asunto, pero, como su hermano señaló acto seguido: "Sus propuestas no nos convencieron". Durante la década de los años 80 y comienzos de los 90, los Roscubas decidieron retirarse del "mundanal ruido", de unas pujantes grandes ferias de arte que no resultaron ser lo que ellos esperaban. Durante ese periodo cada uno de ellos se dedicó a trabajar por su cuenta. Idas y venidas refleja claramente esos dos periodos: 1974-1981 y desde 1993 hasta hoy. Ellos también se han encargado del montaje de la exposición, un montaje "excelente", en palabras del responsable de la sala bilbaína. Los Roscubas señalaron que idearon la exposición como un escenario, fruto de su experiencia como escenógrafos durante esos tres lustros en que decidieron trabajar por separado. Artesanal e irónico González Durana destacó que la obra de los gemelos Roscubas se caracteriza por la "ironía, amable en general" con la que abordan el mundo que les rodea y por el exquisito acabado de cada una de ellas. Durante la presentación, el responsable de la sala subrayó también su dominio de múltiples y su carácter de pioneros en el uso artístico de determinados nuevos materiales industriales. "Manifiestan un inteligente sentido del humor que plasman en culturas y esculturas que tienen doble, triple o incluso cuádruples lecturas". Las instalaciones ahora expuestas denotan el enorme y artesanal trabajo invertido en cada una de ellas. La profusión de colores chillones llama la atención en todas las instalaciones de la segunda época. La acumulación, repetición y superposición de imágenes con sutiles variaciones que integran los montajes es otra de las señas de identidad del trabajo de los Roscubas.

"No somos tan parecidos"

"Cuando trabajamos separados, la obra de uno y otro es muy distante. No somos tan parecidos como se puede pensar en principio". Con estas frases, Vicente Roscubas se refería ayer a cómo afecta a la producción de uno y otro el crear juntos o separados. Su gemelo explicó que el método de trabajo varía en cada ocasión. "Hay obras realizadas al 50%, pero en otras uno lleva el peso y el otro añade algo y viceversa. El ser gemelos y haber pasado millones de horas juntos implica que al final se cuece una economía de lenguaje". Su hermano puntualizó que un asunto es la reflexión previa a ponerse manos a la obra y otra plasmar esa idea. "Lo que sí está totalmente dividido es la tarea de cada uno" a la hora de abordar la parte artesanal. Fernando insiste en que a lo largo de sus respectivas tareas los encuentros y desencuentros han sido una constante: "Nos juntamos nos separamos, indistintamente hemos combinado ambas". Lo que sí quedó claro ayer en la presentación es que ambos estuvieron de acuerdo en apartarse por un tiempo del circuito en los años 80. Ahora han regresado.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Naiara Galarraga Gortázar
Es corresponsal de EL PAÍS en Brasil. Antes fue subjefa de la sección de Internacional, corresponsal de Migraciones, y enviada especial. Trabajó en las redacciones de Madrid, Bilbao y México. En un intervalo de su carrera en el diario, fue corresponsal en Jerusalén para Cuatro/CNN+. Es licenciada y máster en Periodismo (EL PAÍS/UAM).

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_