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El CSIC atribuye la muerte de aves al vertido tóxico y pide el tratamiento urgente de los suelos del Guadiamar

Alejandro Bolaños

Los metales pesados permanecen aún, en una proporción anormal, en el valle del Guadiamar. El último informe del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) sobre las consecuencias del vertido del pasado 25 de abril, señala "valores de altos a muy altos" de cinc, arsénico y cadmio en los suelos más próximos a la balsa minera de Aznalcóllar, cuya rotura provocó la riada tóxica. Y atribuye también a los efectos nocivos de estos metales la muerte de varias aves recogidas por los científicos en la comarca de Doñana.La elevada concentración de metales pesados en especies de aves acuáticas ya había sido detectada por el grupo de expertos del CSIC, pero en el noveno informe relacionan, por primera vez, la muerte de las aves con la anómala presencia de estas sustancias en sus organismos. Los científicos concluyen que las concentraciones halladas en "individuos contaminados" son suficientemente altas para tener "efectos subletales". "O han muerto por la contaminación, o sus organismos se han debilitado y se han hecho más vulnerables a las enfermedades", explicó el presidente del CSIC, Cesar Nombela, que ayer presentó el informe en Sevilla.

Para evaluar los efectos del vertido tóxico en las aves, los expertos del CSIC han realizado estudios de ejemplares muertos recogidos en la zona de la riada -135 individuos, el 60% de ellos con niveles de metales superiores a los habituales-, y en zonas próximas no contaminadas -el 25% de las 61 aves con concentraciones de cinc, cobre o cadmio elevadas-.

La cigüeñela, la gaviota reidora y dos variedades de pato están entre las especies analizadas. Los responsables de la Reserva Biológica de Doñana han comenzado a inundar fincas no afectadas por la contaminación para atraer a las aves que pueblan la comarca. "Calculamos que el riesgo de afectación no superará al 5% de las aves hibernantes", dijo Nombela.

Actuación urgente

El presidente del CSIC reclamó ante los medios de comunicación que las administraciones actúen "con urgencia para remediar la contaminación" que aún resta en el valle del Guadiamar. El noveno informe de los expertos señala que en los suelos más cercanos a la explotación minera de la empresa Boliden "existen ambientes hiperácidos y ácidos". Es decir, que los metales pesados que aún quedan, siete meses después del desastre ecológico, han provocado sucesivas reacciones químicas que demuestran la elevada movilidad de estas sustancias.Nombela esgrimió la alta presencia de arsénico en varios tramos de las primeras 500 hectáreas afectadas por la riada -que anegó cerca de 4.000- para pedir al Gobierno y a la Junta de Andalucía que tomen medidas con prontitud. Para inmovilizar "esta reserva de contaminantes", propuso el uso de carbonato cálcico y de tierras ricas en óxidos de hierro. Y para su extracción, la siembra "inmediata" de plantas acumuladoras. La intención de los científicos es evitar que las lluvias de invierno arrastren los metales pesados.

Las administraciones han dado por concluido la operación de limpieza del cauce, que recibió el aprobado de Nombela: "La contaminación residual es normal".

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