En plato sopero
Ketama. VI Festival Flamenco. Palau de la Música. Valencia, 28 de noviembre.Primera confusión: Ketama no hace flamenco. Los Carmona son tan flamencos como el que más, como cualquiera de los artistas que han pasado por el festival del Palau. Es una verdad de perogrullo: les viene de estirpe y de crianza. Pero Ketama no hace flamenco, hace música pop y que no cunda el pánico. Por eso, el público que acudió a su concierto apenas coincidía con el de Menese y Duquende, por citar el más reciente del festival. Segunda: El Palau no es el auditorio idóneo para la música de Ketama. Es un error programar determinados conciertos en este recinto, igual que servir la cerveza en un plato sopero. Ketama fusiona sus raíces flamencas con el funky, la salsa, la samba, el rock y lo que le viene en gana. No es ése su sitio. Ketama se baila, no por obligación, sino por coherencia con sus ritmos, empaque sonoro y actitud. En el concierto de marras, llegó un momento en que el público comenzó a alzarse de sus asientos y a contonearse como podía entre filas de butacas. Fue cuando comenzó a sonar No estamos locos, después de un cuarto de hora de repertorio rumbero. Tercera: Konfusión, el último álbum de la banda, fue el principal ingrediente del concierto. Sin embargo, ahí es donde las cosas están menos confusas. La música de Ketama se va definiendo con el tiempo sobre la avidez de los Carmona por explorar zonas de encuentro entre las más variadas sonoridades y ritmos del planeta y su viaje parece no tener fin. Desde Pakistán a Centroamérica, la tierra de las músicas es un tesoro con el que el grupo enriquece su propuesta año tras año. Así consiguen delicias con sabor magrebí como El Oasis de los Dioses, donde saben paliar con acierto la ausencia de Khaled en directo, y las alternan con un bolero del malogrado Ray Heredia o los arrumacos pop de Se dejaba llevar, de Antonio Vega. Un cóctel de sonidos y ritmos, cuya primera inspiración procede del gran Camarón, del propio Heredia y Antonio Flores. Con una espléndida percusión, sólida sección latina de viento, un coro de voces de reminiscencias soul, dos guitarras acústicas sólo a veces flamencas, Ketama suena como un cañón. Su espectáculo, pop cosmopolita con denominación de origen inequívocamente española, no defrauda. Pero cada cosa en su sitio. Porque después viene alguien y dice: "A mí me gusta mucho el flamenco. Tengo el último disco de Ketama". Pues no.
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