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Elvis Costello y Burt Bacharach presentan en Londres un disco conjunto

"Painted from The Memory" reúne 12 temas

Nacieron en décadas distanciadas y triunfaron en círculos estilísticamente opuestos, pero se acercan al fin del milenio en perfecta concordia. La nueva pareja musical, Elvis Costello y Burt Bacharach, forma, sin embargo, un matrimonio extraño. Ambos se encuentran en Londres, donde anoche ofrecieron el último concierto de su presente gira, para dar a conocer el contenido de su colaboración. Un disco compacto de doce temas, Painted from The Memory, que incluye God give me strenght, la celebrada pieza de la banda sonora de Grace of my Heart con la que iniciaron su andadura conjunta.

"Aquí no hay jóvenes ni viejos, sólo un maestro y un maestro más joven", advierte el genio de la música popular de los años sesenta. "Sí, y creo que tú eres el maestro joven", bromea el camaleón musical por excelencia.Bacharach lidera con su piano la serie de composiciones que recrea, tanto en directo como en la grabación, una orquesta de 24 instrumentos, entre los que se encuentra el teclado de Steve Nieve, de los Attractions. Todos los trabajos surgen de la colaboración de ambos artistas durante los últimos dos años.

Costello, el benjamín, a sus 44 años, llega al Royal Festival Hall enfundado en un traje oscuro y se resguarda del frío otoñal con un elegante sombrero de terciopelo. Su barba de dos días, sobre una piel superpálida, contrasta con el cutis tostado por el sol californiano de su nuevo amigo. En vaqueros y sudadera, tan sólo la fragilidad corporal delata los 70 años del diestro pianista y compositor de baladas archiconocidas como I"ll never fall in love again o peliculeras como Alfie.

La tecnología

La tecnología hizo posible esa primera colaboración hace tres años. "Nos dieron cuatro días para componer God give me strenght", recuerda Bacharach, "y, como estabamos en distintas ciudades, él en Dublín y yo en Los Ángeles, escribimos la canción por teléfono y fax". A pesar de la distancia, ambos músicos se compenetraron como las dos caras de una misma moneda. Y en el disco, que por fin prepararon bajo el mismo techo, la voz distintiva de Costello planea con delicadeza por el conjunto de composiciones."Las letras son mías, pero considero más importante la música. Los versos surgen para descubrir el sentimiento exacto de la música", defiende Costello. "Sí", continúa el energético viejete rememorando la estructura del trabajo, "mantuvimos un diálogo musical. El resultado es muy emotivo y de gran intensidad".

La colaboración abre una vía novedosa para la pareja. A Costello le permite aventurarse en el mundo de las orquestas, que conoce desde niño. Es como si cerrara el círculo familiar que iniciara su abuelo y, en mayor medida, su padre, el cantante de una big band, la Joe Loss Orchestra. "Es un proyecto muy distinto. Mi padre tocaba en salones de baile. Lo nuestro tiene otro carácter", advierte. Bacharach realza con esta experiencia un perfil que está en candelero entre las jóvenes generaciones desde que Noel Gallagher, de Oasis, le acompañó en una de sus actuaciones hace dos años.

Ambos están entusiasmados con su trabajo y confían en retomar la gira a partir de la primavera. "He aprendido a confiar", afirma Costello. "Bacharach me ha mostrado que no es necesario darlo todo en los primeros segundos de una canción, sino que puedes construir el drama de una historia gradualmente. En rock and roll, la voz compite con el resto del grupo. Aquí alcanzo cotas más altas que nunca partiendo incluso desde un murmullo", explica. "Sí, se trata de identificar los picos y valles de una canción", concluye su maestro.

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