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"No habrá paz en Congo mientras Kabila no caiga"

Alfonso Armada

A Ernest Wamba dia Wamba se le ve fuera de lugar en el viejo palacio del dictador Mobutu Sese Seko levantado a orillas del lago Kivu, a las afueras de Goma, donde tiene su sede política el movimiento armado que el 2 de agosto se hartó de su antiguo jefe, Laurent Desiré Kabila, y proclamó su destitución. El elegante profesor Wamba dia Wamba, que ha pasado buena parte de su vida en universidades estadounidenses, líder político de la revuelta iniciada por los banyamulengues (tutsis instalados al este de Congo hace generaciones), no casa con el lujo desaforado y los gustos de nuevo rico de Mobutu: jarrones chinos, puertas lacadas de blanco con arabescos de colores y enormes mesas de cristal con apliques dorados.Nacido hace 56 años cerca de Luozi, en la provincia de Bajo Congo, donde el río se apresura hacia el mar, Wamba dia Wamba reitera que el movimiento que encabeza (Reagrupación Congoleña por la Democracia) no está dominado por los tutsis y que su objetivo es desembarazarse de Kabila para implantar una verdadera democracia en un gigantesco país bendecido con riquezas minerales y castigado con políticos depredadores: "No habrá paz mientras Kabila no caiga". El antiguo líder salido del maquis al este del entonces Zaire se ha convertido en la diana de todas las acusaciones. "Kabila no me impresionó cuando le conocí. Carecía de visión política. Su único objetivo era derrocar a Mobutu. No veía más allá". Niega Wamba dia Wamba que Kabila fuera elegido presidente: "Él se autoproclamó y empezó a comportarse como el dictador que llevaba dentro, concentrando en su mano los poderes legislativo, ejecutivo y judicial, y situando a los originarios de Katanga y a su familia en los puestos clave: a su hijo en el alto mando del Ejército y a su sobrino en el Banco Nacional, que ha convertido en una cuenta personal". Wamba dia Wamba explica que decidió aceptar la jefatura política del movimiento rebelde como "reacción tardía a la impotencia y el dolor" que sintió ante el genocidio ruandés de 1994 y "tras la caza al tutsi decretada recientemente por Kabila en Kinshasa. Kabila ha exacerbado el peor nacionalismo, ha humillado a los ruandeses que le ayudaron a llegar al poder despidiéndoles sin contemplaciones y no quiere, como Mobutu, reconocer los derechos a la nacionalidad que tienen los banyamulengues, tutsis instalados al este de Congo desde hace generaciones". Wamba dia Wamba critica que la delegación que enviaron el pasado lunes a negociar a las Cataratas Victoria (Zimbabue) ni siquiera fuera invitada a sentarse por "el sindicato de jefes de Estado", cuando "está claro que el alto el fuego hay que negociarlo entre los que disparan", dice mientras aprovecha para decir que sus fuerzas siguen avanzando al norte (en Kisangani), en el centro (en Kindu) y al sur (en Kalemie). Niega que haya cualquier tipo de contacto entre sus fuerzas y la guerrilla angoleña de UNITA, que ha precipitado a Angola en la guerra, y mientras aprovecha para recalcar: "Ni Zimbabue ni Angola pueden imponernos a un líder que no queremos". Dice que las tropas de Uganda presentes en el este de Congo -"dos batallones"- están allí por un acuerdo alcanzado con Kabila para sellar la frontera frente a ataques guerrilleros, y, contra toda evidencia, niega que de Ruanda hayan recibido más que "apoyo moral", pero justifica el interés de Kigali en que "la seguridad de sus fronteras es vital para Ruanda". Gente que le conoce bien asegura que Wamba dia Wamba tiene "buenas intenciones y buena formación", pero es demasiado suave (otros dicen "blando") para convertirse en la "locomotora" que la República Democrática de Congo (RDC) necesita para salir del marasmo, la guerra y el caos en que está sumida.

Padre de tres jóvenes que estudian en universidades estadounidenses ("el mayor acaba de publicar un libro sobre la relación entre África y los americanos de origen africano"), hizo sus primeros estudios en una misión protestante suiza y acabó obteniendo una beca para estudiar en Michigan (EEUU) Ecomomía y Filosofía. Pasó dos años (1968-1970) en el Ministerio de Asuntos Sociales en Kinshasa, dice que fue detenido por organizar grupos de oposición a Mobutu y acabó alejándose del poder para enseñar historia de África ("la influencia del capitalismo y del imperialismo en el continente") en Tanzania.

Los mayores críticos hacia la rebelión contra Kabila aseguran que Wamba dia Wamba, un bakongo -bantú, por tanto- no es más que un "hombre de paja" sin poder real alguno para ocultar la influencia ruandesa y ugandesa en el movimiento, aunque se esfuerza en señalar que el suyo es un movimiento en el que están implicadas fuerzas de todo el país, no sólo la minoría banyamulengue, y pone su propio ejemplo y el del jefe de su Ejército, Jean Pierre Ondekane, originario de la provincia de Ecuador.

Pero las maneras extremadamente corteses de Wamba dia Wamba, alejado de los suyos (su mujer es profesora de francés en un instituto de Dar es Salam, la capital tanzana), casan muy poco con los soldados que con chulesco desorden guardan la puerta principal de la vieja mansión del dictador Mobutu, el mismo al que ellos ayudaron a arrojar al fango de la historia en pos de un tal Kabila, entonces su líder, ahora su bestia negra.

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