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El escultor Koldobika Jauregi expone en Tolosa su producción más reciente

El escultor vasco Koldobika Jauregi (Alkiza, 1959) expone en el Palacio Aranburu de Tolosa Aïthiopes, una muestra de su obra más reciente, que se aleja de la figuración de sus comienzos como escultor y se convierte, por medio de la abstracción, en una metáfora del paso del tiempo. El espectador, acostumbrado a los caballos de Jauregui, se encuentra ahora ante manzanas, manos o pájaros en madera quemada, construcciones subterráneas para las que también recurre al hierro, xilografías o pinturas.

Son trabajos que el autor ha ideado en el estudio que un mecenas le cedió en Alemania y que ha realizado para la ocasión en el caserío familiar de Alkiza. Para los alemanes, "el único arte vasco que existe es el de Chillida", afirma Jauregi. La nueva etapa de este escultor, apadrinado precisamente por Eduardo Chillida, se entiende a partir de su partida a Alemania. Jauregi recibió hace más de dos años la oferta de Karl-Heinrich Müller, un mecenas alemán, para desarrollar su actividad creativa en Holtzeim, una localidad cercana a Dusseldorf. Este amante del arte, propietario de un museo en dicha ciudad, le cedió un hangar dentro de una antigua base militar, un edificio en el que también trabajan un poeta, un compositor y otros escultores. El trato fue todo por nada. Jauregi no debe nada a cambio; ni siquiera ha de cumplir con fechas u horarios. Sólo trabajar a cambio de vivienda y comida. Esto le ha permitido sustraerse de las necesidades y abordar exactamente la obra que él ha querido. "Lo bueno de esta experiencia es que no tienes que hacer nada por agradar a la gente. Sólo crear lo que sientes". Precisamente, en esta ciudad alemana se ha consumado una ruptura de las formas en la escultura de Jauregi, que se inició en su última etapa en el País Vasco. Los caballos de madera, por los que se le identificaba hasta entonces, han cedido su lugar a obras más abstractas; manos, estrellas o pájaros, cuya identificación conceptual se aleja de ese origen más realista del escultor de Alkiza. "Es la evolución lógica hacia la madurez. Con el tiempo vas eliminando los elementos superfluos". Jauregi confiesa que apenas se reconoce en la exposición que muestra en Bilbao trabajos suyos del año 92 y afirma que "nunca volvería al pasado". No obstante, toda su obra más reciente guarda referentes de las primeras esculturas que comenzó a realizar hace ahora más de 20 años. Mantiene la constante de la naturaleza. "Lo que ocurre", precisa, "es que antes, por la forma de hacer, la figuración se limitaba a animales y personas, mientras que ahora puedo aplicarla a otros elementos de la naturaleza". Y destaca: "No me siento tan viejo como para seguir toda la vida haciendo caballos". Ya no esculpe una manzana, sino su representación. Su exposición de Tolosa es una metáfora del paso del tiempo, del desgaste de la obra y el autor, que Jauregi materializa fundamentalmente a través de la madera quemada. De ahí el título de la muestra Aïthiopes, que significa negro o quemado en griego. "El fuego borra toda huella que pueda haber quedado de la talla de la madera", afirma el escultor, "aporta una textura impersonal en lo que es un pacto por la forma". Construcciones utópicas Todas las piezas de madera, las xilografías y las pinturas que se exponen en las salas del Palacio Aranburu son una muestra del trabajo que está realizando en Alemania y que Jauregi ha repetido durante las últimas semanas en el caserío de sus padres en Alkiza. Hay referencias de su interés por la arquitectura. Entre salas dedicadas a temas monográficos de manzanas o pájaros, muestra también construcciones subterráneas en hierro y madera que él califica de "utópicas". En esta exposición domina el negro, el autor utiliza el color para muy pocas obras. Reconoce que la muestra tiene algo de oscuro y bromea: "Quizá sea porque Alemania también tiene algo de oscuro". Jauregi siente nostalgia por el País Vasco, pero cree que aquel país le ofrece muchas más posibilidades para desarrollar su actividad creativa. "Aquí no hay nada. Las galerías son de un nivel muy bajo y esto te limita mucho el mercado porque no existe un comprador", afirma. Por eso se fue.

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