Era un buen amigo
José Francisco Peña Gómez murió, tras una larga enfermedad, poco después de participar en un mitin político para las elecciones parlamentarias y municipales que se celebrarán en su país el próximo sábado, dando una última muestra de la dedicación y entrega con la que vivió su lucha por la democracia. Peña no sólo era un gran político y líder, era una gran persona, lleno de humanidad y generosidad, siempre dispuesto a tender una mano a quien se lo pidiera, siempre pendiente de aquellos que más pudieran necesitarlo. Era un buen amigo.Su vida no fue fácil, quedó huérfano a los seis meses de edad por culpa de la matanza, ordenada por el dictador Trujillo, de miles de haitianos y dominicanos de raza negra. José Francisco tuvo que luchar toda su vida contra los que, en una actitud clasista y racista, no dejaron de atacarle por sus orígenes humildes y el color de su piel. Fue limpiabotas y dependiente en una bodega, pero también doctor en Derecho por la Universidad de la Sorbona. Desde 1963 dirigía el Partido Revolucionario Dominicano, partido al que llegó en 1961 tras una intensa lucha clandestina contra Trujillo. Fue alcalde de Santo Domingo en 1982 y candidato a la presidencia de la república en tres ocasiones, momentos en los que se ganó el cariño de los dominicanos, al tiempo que demostró una gran responsabilidad y generosidad política, pues, aunque se cuestionó en 1994 el resultado electoral, prefirió apelar a la serenidad y estabilidad política a reclamar su victoria. Murió antes de llegar a la presidencia, pero en el corazón de todos queda un recuerdo imborrable de su honestidad, liderazgo, vitalidad y entrega sin límite a la causa de la libertad y solidaridad. - secretaría de relaciones internacionales del PSOE
