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Reportaje:

¿Eres tú o es el Viagra?

La píldora contra la impotencia provoca una auténtica erección social en Estados Unidos

Aparte del nombre, una forma rara y un color poco apetecible, ¿hay algo negativo en el Viagra? ¿Puede haber un producto más idóneo para superar los impedimentos físicos del amor y ayudar a las psiques sexualmente inseguras? El fármaco, de la empresa Pfizer, salió a la venta en EE UU hace tres semanas, y ha dado a los invitados de las tertulias televisivas un tema distinto a Bill Clinton. El próximo objetivo de Pfizer es el resto del mundo.En EE UU, los pacientes potenciales -tanto hombres con auténticas disfunciones como otros meramente insatisfechos- han estado asediando a los urólogos con la esperanza de mejores erecciones por medio de la química. Ya hay un lenguaje para entendidos: «La de 100 es increíble», dice un usuario satisfecho, sobre la dosis máxima de Viagra, 100 miligramos, «y dura hasta el día siguiente».

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«Siempre hemos estado esperando una varita mágica», dice Fernando Borges, del Florida Impotency Center de Saint Petersburg, donde ha trabajado durante 21 años con pacientes que sufren alguna disfunción sexual. «Esto», dice, «es algo muy parecido a la varita mágica». El primer día que salió a la venta el Viagra, John Stripling, un urólogo de Atlanta, despachó 300 recetas. En el Urology Health Center de New Port Richey, Florida, que participó en las pruebas previas, el tiempo de espera para consultar a un doctor sobre el Viagra es un mes. Ni siquiera esto ha detenido a los pacientes. «Dolor de riñones, sangre en la orina...», dice Ramón Pérez. «Pero cuando llegan aquí lo único que quieren es pedirnos Viagra. Es de locos. Esta gente lleva tres años sufriendo impotencia y ahora no pueden esperar».

«Es el despegue más rápido de un nuevo fármaco que he visto», dice Michael Podgurski, director de farmacia de la cadena de droguerías Rite Aid, con 4.000 sucursales. El Viagra se está prescribiendo a un promedio de 10.000 recetas diarias, superando a medicamentos que se impusieron con tanta velocidad como el antidepresivo Prozac (que sigue siendo una de los medicamentos más vendidos) y el Rogaine, el remedio para la calvicie (que, tras una explosión inicial, ha producido cierta decepción).

Rápido y mágico

Incluso los que apoyan la píldora están preocupados por las desmesuradas expectativas. «La gente siempre quiere un remedio rápido», se queja Domeena Renshaw, psiquiatra que dirige la Loyola Sex Therapy Clinic, en Chicago. «La gente cree que el Viagra es algo mágico, igual que pensaban que el punto G funcionaba como el mando a distancia». Tras el Fen-Phen y el Redux, los tratamientos adelgazantes que fueron retirados del mercado el año pasado cuando se supo que podían dañar las válvulas cardíacas, sería recomendable ser cautos con el Viagra. Pero los efectos secundarios son, con mucho, comparativamente insignificantes y controlables.Sin embargo también hay algo inquietante en relación con el Viagra, no tanto a primera vista (sus méritos parecen ser numerosos; los doctores creen que incluso puede mejorar la respuesta sexual de las mujeres posmenopáusicas) como en lo que se refiere a implicaciones filosóficas de carácter genérico. ¿Es la sexualidad, como la felicidad o la típica calvicie masculina, sólo uno más de los misterios que permanecen, una zona recóndita de la humanidad que puede ser manipulada químicamente? Otra cuestión que está en el aire: desde el momento en que el Viagra se toma no sobre la base de determinada dosis diaria sino sólo cuando se desea tener relaciones sexuales, ¿empezarán a decir las aseguradoras qué cantidad de sexo es reembolsable?

Y, ¿qué decir del impacto sobre las costosas interacciones sociales a las que tan eufemísticamente nos referimos como citas? «Apuesto a que dentro de un año verás artículos en las revistas femeninas titulados Cómo saber si eres tú o el Viagra», dice James R. Petersen, responsable del consultorio de Playboy durante los últimos 22 años, quien añade: «Creo que el Viagra va a ser tan revolucionario como la píldora anticonceptiva». Nada menos que una autoridad como Bob Guccione, editor de la revista Penthouse, cree que el fármaco va a «liberar la libido masculina americana» de las castrantes acciones de las feministas. Y la cosa no queda ahí; según Guccione, «la capacidad de practicar el sexo hará a los hombres entrados en años más sanos y longevos. Volverá loco al reloj biológico al hacer que los hombres sigan activos en la vejez».

A algunos de los pacientes entrevistados por Time, el Viagra no les produjo efecto. Otros tuvieron experiencias más ambiguas, comoo Irving Mesher, un bombero retirado, de 73 años, que actualmente vive en un centro nudista. Se describe a sí mismo como «sexualmente motivado» y «muy activo». Gracias a la terapia de inyecciones (hace seis años, los tratamientos del cáncer de próstata le dejaron «semiduro»), ha estado manteniendo relaciones sexuales con varias amigas veinteañeras -según cuenta- con una frecuencia de tres o cuatro veces por semana. Sin embargo, estaba deseando probar el Viagra. La primera vez tomó una dosis de 50 miligramos, y se sintió muy satisfecho: «No podía estar más dura». Pero un experimento ulterior con una píldora de 100 miligramos acabó en fracaso; no tuvo ningún efecto beneficioso, y tampoco cuando volvió a los 50 miligramos. Pero Messer se propone continuar y planea una fiesta Viagra.

Un hombre que funcione normalmente, con unos niveles adecuados de dicha sustancia, no debería cargar su arma atiborrándose de Viagra; las variaciones que cualquier persona experimenta en su respuesta sexual se deben a factores fuera del alcance del medicamento. Por otra parte, Pfizer no ha hecho ninguna prueba en hombres no impotentes para demostrarlo, pero es difícil imaginar que esas menudencias bioquímicas vayan a impedir que la gente haga experimentos. «Si puede usted tener erecciones de forma natural, no necesitará Viagra», dice Thomas Burnakis, coordinador farmacología del Baptist Medical Center de Jacksonville, Florida. «No va a hacer que su erección sea más potente ni dure más. Pero puedo garantizarle que si entra en una consulta y dice "doctor, tengo problemas, no se me levanta", la mayoría de los médicos no insistirán en someterle a pruebas. ¿Qué le impide usarlo?».

Si las empresas farmacéuticas vuelcan ahora su atención en la disfunción sexual se debe, precisamente, a las posibilidades de abuso que existen, en especial esos supuestos remedios contra la impotencia (no hay más que ver en las revistas baratas para hombres los anuncios de la mosca marroquí, las cremas endurecedoras y similares).

Pero la sexualidad humana es demasiado rica y compleja para la persona como para reducirla a una mera cuestión de erección. La controversia bien puede causar un cisma entre investigadores. Raymond Rosen, profesor de psiquiatría de la Robert Wood Johnson Medical School de Piscataway, Nueva Jersey, hace la obvia -pero necesaria- puntualización de que el Viagra no será lo último sobre insatisfacción sexual: «Corremos el riesgo de perder de vista que muchos problemas sexuales se deben a la mala calidad de las relaciones o a la ansiedad, sin olvidar la depresión». O según Petersen, responsable del consultorio de Playboy: «Coge una pareja enfadada, dales Viagra, y tendrás una pareja enfadada con una erección».

Traducción de Rosa Cifuentes y Pablo Ripollés.

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