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Kohl y Chirac se reúnen en plena crisis del eje franco-alemán

Pilar Bonet

La cumbre franco-alemana que comienza hoy en Avignon (Francia) da al presidente Jacques Chirac y al canciller Helmut Kohl la primera oportunidad de poner a prueba la solidez de la relación entre ambos países tras el conflicto sobre el nombramiento del presidente del Banco Central Europeo (BCE), que enturbió la cumbre de Bruselas. Los medios de comunicación alemanes valoraban ayer con distintos matices los daños que la disputa ha causado al eje franco-alemán.

Este vínculo, marcado por culturas políticas muy diferentes y por diferentes actitudes respecto a Estados Unidos y la relación transatlántica, se resiente además por la falta de una buena química entre Chirac y Kohl, semejante a la que existía entre el canciller y François Mitterrand.El influyente diario liberal Frankfurter Allgemeine, con excelentes relaciones en la coalición gubernamental, expresaba ayer comprensión por Francia y por Chirac, aún admitiendo que la «masculina amistad germano-francesa se ha visto enturbiada después de este fin de semana». La Unión Monetaria Europea (UME), pese a ser «un proyecto francés», se ha realizado de hecho «completamente de acuerdo con el plano de construcción alemán», señalaba el diario. Según el razonamiento del periódico, Chirac, presionado por la derecha, tenía que regresar a París desde Bruselas con algo que diera a los electores escépticos la confianza de que Francia, el país con la identidad nacional más marcada del continente, no se entrega a Europa.

El diario económico Handelsblatt acusa a Chirac de «arrogancia» y de echar «agua al molino de los euroescépticos alemanes». El motor franco-alemán, que da muestras de agotamiento desde hace tiempo, ya no basta para impulsar a Europa, señala el periódico. Por su parte, el diario Berliner Zeitung califica de «egoísta» al presidente francés y concluye que éste y Kohl se reúnen más por costumbre que por convicción.

La percepción negativa de los medios coexistía con otros análisis menos pesimistas en círculos políticos y económicos. La cumbre del euro respetó el marco institucional y el tratado de Maastricht y dio a los dirigentes alemanes y franceses la posibilidad de salvar la cara pretendiendo que consiguieron lo que deseaban. Kohl puede decir a la oposición política y los medios financieros que le critican que salvó la cumbre y sacó adelante a su candidato. Ésta era la tesis defendida ayer por Karl Lamers, el responsable de Política Exterior de la fracción parlamentaria formada por la Unión Cristiano-Demócrata y la Unión Social Cristiana. Un portavoz del Bundestag no pudo confirmar ayer si Kohl participará en la sesión plenaria que hoy se dedicará a informar sobre la cumbre.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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