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El ex primer ministro de Ruanda admite ante el Tribunal de la ONU su culpa en el genocidio

El acusado respondió en francés, con voz clara y firme. Primer ministro durante el genocidio que entre abril y julio de 1994 convirtió Ruanda en cementerio de casi un millón de cuerpos, Jean Kambanda respondió afirmativamente al rosario de cargos que le presentó el juez del Tribunal Penal Internacional para Ruanda (TPIR) creado por la ONU en la ciudad tanzana de Arusha: genocidio, asociación para cometer genocidio, incitación directa y pública al genocidio, complicidad en el genocidio y crímenes contra la humanidad. La admisión de culpa de Kambanda, detenido en julio del año pasado en Kenia, se produjo, al parecer, tras llegar a un acuerdo con el fiscal.

El criticado Tribunal de Arusha, creado por el Consejo de Seguridad en noviembre de 1994, en un postrer intento de lavar el complejo de culpa por la inacción internacional ante el genocidio, se labró ayer su primer triunfo: es la primera vez que un dirigente hutu admite sin paliativos sus culpas. Kambanda, ex banquero, de 42 años y con dos hijos, se presentó ante la corte elegantemente vestido. Un informe del propio TPIR lo describía como «el más alto ex líder político ruandés acusado de genocidio y detenido por el tribunal».«Lo que Kambanda ha dicho es: "Reconozco que lo que hice fue terrible, estaba equivocado". Es la primera vez que uno de los protagonistas del genocidio admite algo así», declaró Agwu Ukiwe Okali, secretario-archivero del tribunal. Okali añadió que la declaración de Kambanda suponía «una vuelta de tuerca psicológica» y que otros sospechosos se podrían animar a admitir sus culpas.

Interrogado por el presidente de la cámara de primera instancia, el juez senegalés Laity Kama, el acusado dijo que era consciente de que el hecho de declararse culpable suprimía la etapa de presentación de las pruebas y una amplia posibilidad de defenderse. También declaró no haber sufrido presiones ni recibido recompensa alguna. A diferencia de los tribunales ruandeses, que condenan a la pena capital (la semana pasada fueron fusilados los primeros 22 reos de genocidio), el TPIR no puede condenar a muerte, y la máxima pena que Kambanda podría recibir sería la de cadena perpetua. Pero el acuerdo al que llegó con el tribunal podría suponer que el ex primer ministro comparezca como testigo de cargo en otros procesos por genocidio.

Nacido en Butare, al sur del país, cerca de la frontera con Burundi, Jean Kambanda fue educado por misioneros. Poco antes de la independencia, en 1960, cuando la minoría tutsi perdió el poder a manos de la mayoría hutu, Kambanda empezó a mostrar pasión por la política. Fuentes gubernamentales en Kigali, la capital ruandesa, indicaron que Kambanda utilizó su carrera bancaria para financiar sus ambiciones políticas. Tras llegar a asistente del director del Banco Popular, de propiedad gubernamental, se convirtió en un dirigente de la corriente extremista Poder Hutu, del Movimiento Democrático Republicano. Kambanda estrechó lazos con Froduald Karamira, que llegaría a convertirse en una de las cabezas de Poder Hutu. Karamira fue uno de los fusilados en público la semana pasada en Kigali.

La retórica de Poder Hutu era radicalmente antitutsi. Kambanda, uno de los principales oponentes al pacto de Arusha, en el que se establecía la necesidad de lograr un equilibrio de poder entre tutsis y hutus para poner fin a la lucha interétnica, acabó paradójicamente admitiendo en esa ciudad tanzana sus crímenes. Tras la muerte del presidente Juvenal Habyarimana, el 6 de abril de 1994, el Ejército y las sanguinarias milicias interhamwe iniciaron un genocidio que había sido cuidadosamente planificado. Sus primeras víctimas fueron la primera ministra Aghathe Uwilingiyimana, una hutu moderada, y los diez cascos azules belgas encargados de su custodia. Kambanda sustituyó a Uwilingiyimana y, como señala el tribunal, «incitó, ayudó y animó (con su Gobierno) a cometer matanzas y asesinatos de civiles, en particular tutsis y hutus moderados».

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