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Cientificos españoles logran un alivio eficaz del Parkinson en ratas

La técnica utilizada es el autotrasplante

Javier Sampedro

La enfermedad de Parkinson se debe a la muerte de un pequeño grupo de neuronas del cerebro. Los intentos de reemplazar esas células muertas por otras provenientes de un trasplante han chocado siempre con graves problemas: efecto modesto, rechazo, reaparición de los síntomas y escasa disponibilidad de fuentes donantes. Un grupo de científicos de la Universidad de Sevilla ha desarrollado, en ratas de laboratorio, una técnica de autotrasplante (el donante y el receptor son el mismo individuo) que evita el rechazo y logra una recuperación de la enfermedad muy eficaz y estable.

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La probabilidad de que la técnica pueda aplicarse en pacientes humanos es alta. Las ratas son un modelo bien establecido para ensayar los tratamientos del Parkinson, y todos los tejidos y órganos implicados en el trasplante en el animal tienen un equivalente en nuestra especie.El trabajo, firmado por Emilio Fernández Espejo, Rafael Montoro, José Armengol y José López-Barneo, de la Facultad de Medicina de la Universidad de Sevilla, se publica hoy en la revista especializada Neuron, y ha suscitado ya un gran interés entre los pocos científicos internacionales que han tenido acceso a los resultados.

Tratamiento curativo

Un grupo de neuronas situado en la llamada sustancia negra, en la base del cerebro, se ocupa normalmente de modular, afinar y suavizar los movimientos del cuerpo. La muerte de estas neuronas provoca los trastornos motores típicos del Parkinson que afectan al 1% de las personas mayores de 65 años: temblores, incapacidad para iniciar o completar muchos movimientos sencillos, rigidez muscular, inexpresividad facial y dificultad para mantener la postura corporal. Los trastornos pueden llegar a provocar una grave incapacidad para la vida diaria.La principal (o quizá única) función del grupo neuronal afectado es suministrar un neurotransmisor llamado dopamina a otras partes del cerebro. De hecho, la mera inyección intravenosa de un fármaco parecido a la dopamina aminora temporalmente algunos síntomas del Parkinson.

Pero los tratamientos con fármacos no van más allá de mejorar los síntomas provisionalmente: las neuronas siguen muriendo entretanto y la enfermedad se agrava a medio plazo de todos modos. En cambio, el autotrasplante, de momento sólo ensayado en ratas, ataca el problema en su base y sugiere un tratamiento curativo, y no sólo paliativo.

Como ocurre a menudo, la nueva técnica de autotrasplante ha surgido de una línea de investigación sin relación alguna con el Parkinson, que el equipo sevillano seguía desde hace más de diez años. A los dos lados del cuello, en el punto donde se ramifican las arterias carótidas, hay dos pequeñas glándulas (de unos 4 milímetros), llamadas cuerpos carotídeos, que se ocupan de medir la cantidad de oxígeno que circula en la sangre.

Cuando el oxígeno escasea -por ejemplo, a altitudes superiores a los 3.000 metros, o durante un ejercicio intenso-, los cuerpos carotídeos envían una señal al cerebro para que éste ordene aumentar el ritmo respiratorio. Y la forma en que envían esa señal consiste, precisamente, en liberar una gran cantidad de dopamina.

Este hecho sugirió a los investigadores españoles la posibilidad de utilizar estos cuerpos como fuente de un trasplante en el cerebro de los pacientes de Parkinson (la extirpación de un sólo cuerpo carotídeo es inocua: el otro se basta solo).

Los resultados del experimento en ratas han sido espectaculares. En primer lugar, como donante y receptor son el mismo individuo, los problemas de rechazo quedan por completo abolidos. Pero es que además, las células del cuerpo carotídeo han resultado, inesperadamente, adaptarse muy cómodamente a su nuevo entorno cerebral: un paso muy importante, porque la baja efectividad de las otras técnicas de trasplante utilizadas hasta ahora se debe sobre todo a una deficiente supervivencia del tejido donor en el cerebro.

'Vocación neuronal'

El tejido cerebral es pobre en oxígeno debido a que las neuronas son unas voraces consumidoras de ese gas, que utilizan para cocinar sus reacciones energéticas. Esa escasez de oxígeno es un verdadero engorro para la mayoría de trasplantes cerebrales, pero no para los cuerpos carotídeos, que están acostumbrados a trabajar justo en esas condiciones.Las ventajas de la técnica ensayada por este equipo sevillano no se acaban ahí. Las células del cuerpo carotídeo no son neuronas, pero se les parecen en muchas cosas, según contribuyeron a descubrir hace años los mismos científicos de la Universidad de Sevilla.

La vocación neuronal de estas células alcanza su satisfacción cuando se las trasplanta al cerebro: empiezan a emitir axones (las prolongaciones típicas de las neuronas) e incluso inducen a emitirlos a las células cerebrales vecinas. Las células carotídeas segregan mucha dopamina y consiguen así revertir el Parkinson deforma drástica y estable.

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