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Reportaje:

Entes fantasmales nunca detectados directamente

Los neutrinos, cuya existencia fue propuesta en 1930 por el físico austriaco Wolfgang Pauli, han sido comparados con los fantasmas. Se sabe que están por todo el universo y, sin embargo, nunca han sido detectados directamente. Un neutrino típico que volase a casi la velocidad de la luz podría perforar fácilmente un bloque de plomo de un año luz de grosor sin problemas y, por consiguiente, los neutrinos son más difíciles de atrapar y contar que ninguna otra partícula conocida. Sin embargo, afortunadamente para la ciencia, una proporción minúscula de neutrinos colisionan con partículas más palpables y revelan su existencia.Un neutrino no tiene carga eléctrica; y la masa, si es que tiene alguna, resulta tan pequeña que nunca ha sido medida. Dos de las fuerzas fundamentales de la naturaleza -el electromagnetismo y la fuerza nuclear fuerte- no tienen efecto alguno en los neutrinos, que sólo se ven afectados por la fuerza nuclear débil. (Si los neutrinos tuvieran masa, también se verían afectados por la gravedad). La escurridiza partícula no fue descubierta en realidad hasta 1956, cuando dos estadounidenses, Clyde Cowan y Frederick Reines, registraron fogonazos de luz provocados en depósitos de agua por los impactos de neutrinos procedentes de un reactor nuclear. En las cuatro últimas décadas se ha hecho un enorme esfuerzo para medir y definir los neutrinos, sin grandes resultados.

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Para complicar más las cosas, se sabe que existen seis clases de neutrinos y tres sabores. Hay una clase de neutrino diferente para cada una de tres partículas fundamentales, el electrón, el muón, y el tau. Además, cada sabor de neutrino tiene su correspondiente compañero de antimateria. El Sol y todas las estrellas semejantes al sol que queman hidrógeno en un proceso de fusión nuclear transforman supuestamente los protones (núcleos de hidrógeno) en helio en un proceso de nueve etapas. En tres de estas etapas -la fusión de dos protones, la descomposición de los 7 átomos del berilio, y la descomposición de los 8 átomos de boro- supuestamente se crean neutrinos del electrón. Estos neutrinos atraviesan el Sol hasta llegar a su superficie y, unos 10 minutos después, algunos de ellos llegan a la Tierra, donde los detectores llenos de varios líquidos, entre otros detergente líquido, aceite mineral, agua y galio fundido, pueden registrar su llegada.

La mayor parte de los neutrinos que llegan a la Tierra es creada por el Sol, pero se encuentran demasiado pocos como para satisfacer las previsiones teóricas.

Este misterio de los neutrinos solares perdidos tiene dos posibles soluciones. Una de ellas es que la teoría estándar de la fusión solar sea errónea. La otra posibilidad es que los neutrinos del electrón emitidos por el Sol sufran transformaciones variables que los conviertan en neutrinos del muón, del tau o en ambos.

Los detectores tradicionales no puede detectar ninguno de estos dos tipos, pero el observatorio de Sudbury sí puede. Su carga de agua pesada le permitirá registrar la llegada no sólo de neutrinos del electrón primitivos procedentes del sol, sino también de los otros dos sabores de neutrinos: neutrinos del electrón transformados en en neutrinos del muón o neutrinos del tau. Ningún otro detector puede registrar los tres tipos.

Como todos los detectores de neutrinos importantes, el observatorio de Sudbury está situado a gran profundidad para protegerlo de los rayos cósmicos que podrían enmascarar las débiles señales de los neutrinos.

Los 65 científicos que trabajan en el experimento representan a 13 instituciones de EE UU, Reino Unido y Canadá. El Departamento de Energía de EE UU ha contribuido a los 7.000 millones de pesetas de la construcción.

NYT News Service.

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