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FÚTBOL SEXTA JORNADA DE LIGA

Kiko fue mágico pese a su flojera

El Atlético no brilló ante el Mérida hasta que saltó al campo el jerezano

El Atlético necesita a Kiko. Nadie representa tanto para este equipo como el jerezano. Y ayer, ante el Mérida, se confirmó la evidencia: con unos cuantos kilos de menos, aún convaleciente de una salmonelosis, Kiko volvió a resultar mágico, un tesoro para los rojiblancos. Sólo cuando el 19 pisó la pradera el Atlético alcanzó su mejor versión y enterró al Mérida. Kiko marcó un gol, construyó otro con una maniobra portentosa y dio el pase del último.En cambio, cuando el jerezano no estuvo -sentado durante la primera mitad en el banquillo con un ojo puesto en el cuarto de baño-, no estuvo tampoco el Atlético. Porque los rojiblancos notan de verdad las ausencias del jerezano. Pierden claridad, poder de desequilibrio y alegría. Y ayer no fue una excepción. Sin Kiko, el Atlético construyó un primer tiempo simplón e inofensivo. Se hizo con la pelota, sí, pero la manejó con desesperante lentitud y ninguna lucidez. No pasaron tampoco apuros los rojiblancos, pero eso ya sólo hay que atribuírselo al Mérida, un equipo incapaz, sin ambición y ramplón.

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Tanto echaba de menos a Kiko el Atlético que Antic lo puso a calentar, con flojera y todo, a la media hora. El Calderón se despertó en cuanto vio asomar la pantorrilla del jerezano. Y quizás impulsado por el rumor ilusionante del público, o por la presencia en la banda del compañero imprescindible, Vieri llegó al gol.

Tenía Vieri, una costumbre peligrosa en los mano a mano frente al portero: cerrar los ojos y golpear con toda la violencia, del mundo a la pelota. Y lo que sucedía la mayoría de las veces era que el balón se estrellaba contra el portero o se marchaba soplando hacia la grada. Pocas veces terminaba en el fondo de la portería. Pero el italiano ha escarmentado. O aprendido, que Antic le ha tenido horas y horas de entrenamiento ante el marco para corregir sus carencias de definición. Ahora Vieri amaga el zapatazo, aguarda a que el portero rival se vaya al suelo y busca la red con un globito. Así resolvió en Oviedo y así arregló ayer, con la pierna mala además, un partido feo para el Atlético y horroroso para el espectador.

El Mérida no apareció tampoco tras el 1 -0. Ni tras el 2-0, que ya se produjo en la segunda parte, con Kiko (autor del tanto) en el campo. O sea, con el Atlético cosido de nuevo al buen juego. El jerezano, pese a su debilidad física, transformó a los rojiblancos, que recuperaron la claridad, el poder de desequilibrio y la alegría.

Con el Atlético crecido y el Mérida muerto, Kiko decidió adueñarse del partido para siempre con una acción majestuosa, la del 3-0. Vieri envió el balón hacia el área y Kiko fue a por él, arrastrando en su maniobra a cuanto defensa emeritense poblaba el área. Cuando la pelota le llegó, el jerezano se apartó y dejó que viajara por el suelo tranquilamente hasta los pies de Juninho, que estaba a su espalda completamente solo, preparado para el gol. Simplemente habían pasado ocho minutos desde que Kiko entró en el campo y el Atlético ya tenía la victoria guardada en el maletero.

La media hora restante dio para otro gol (de José Marí) y, sobre todo, para que el colchonerismo vibrara con la milagrosa recuperación del accidentado Lardín.

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