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Ecologistas y oposición tachan de "faraónico" el proyecto asturiano del funicular a Bulnes

El Principado presenta el tren como mejor alternativa a la polémica carretera

Carlos de Vega

El proyecto de un funicular en Bulnes, un pueblo asturiano de 20 vecinos en los Picos de Europa, ha irrumpido en la polémica entre la Administración central y el Principado sobre la construcción de una carretera de acceso. Ahora el conflicto sigue con los ecologistas y la oposición política, que ven el tren como un farónico proyecto turístico fuera de la legalidad. El Principado ha aprovechado la necesidad de un acceso a Bulnes para elaborar un plan que incluye el funicular y un aparcamiento, sugiere una planta depuradora y aconseja mejorar los servicios de basura y pavimentación.

Bulnes, un miércoles de agosto. Dos albergues y tres bares. Teléfono desde hace 12 años y electricidad hace nueve. 500 turistas y unos 20 vecinos. Todos han llegado hasta allí por una senda de medio metro de ancha metros que salva los 440 metros de desnivel que hay desde Poncebos, donde acaba la carretera. Los vecinos quieren un acceso más comodo.La respuesta del Principado para el pueblo son 1.190 millones de pesetas. Es el precio de un aparcamiento subterráneo para 250 coches y de un funicular de 2.3 50 metros bajo la Peña Maín, que transportará a 50 personas cada 10 minutos. En el trayecto se proyectará un video sobre la, zona. del área. El crecimiento de la población estacional de Bulnes hará necesarios, según el proyecto, una planta depuradora de aguas y el acondicionamiento de servicios de basuras, así como la mejora del pavimento. Los topógrafos ya trabajan en el area.

"¿Cómo se puede hacer una obra faraónica sin que exista un Plan de Uso y Gestión de Picos de Europa?", exclama Manuel García Fonseca, diputado autonómico de IU. Desde que se convirtieron en Parque Nacional en 1995, las tres comunidades autónomas que disfrutan los Picos no se han puesto de acuerdo sobre las normas de desarrollo. María Luisa Carcedo (PSOE) afirma que "el proyecto de funicular es ¡legal". Aduce dos razones: la primera, que el Plan de Ordenación de Recursos Naturales de los Picos de Europa (PORNPE) establece que "se evitará la instalación de sistemas mecánicos de arrastre"; la segunda, que un acuerdo del Principado decidió la pasada legislatura que el acceso a Bulnes sería rodado. PSOE e IU acudirán a los tribunales si el funicular sigue.

Turismo y conservación

"Quieren desarrollar un turismo masivo dentro del Parque, olvidando los principios de conservación que deben. prevalecer en Bulnes", dice Avelino Cárcaba, presidente de la Plataforma para la Defensa de los Picos de Europa, y añade que las tierras de los bulneses se convertirán en pasto de la especulación. Cárcaba concluye que el funicular resucitará viejos proyectos de pistas y teleféricos desde Bulnes, que destrozarán el area.

José Antonio Prieto (PP), alcalde de Cabrales, asegura que no habrá especulación, aunque reconoce que el tren aumentará el turismo. Cabrales -2.500 habitantes y 18 pueblos- es el municipio que más hectáreas aporta al Parque Nacional (10.801). Prieto insiste en que lo principal es favorecer el acceso. Para los vecinos, el funicular será gratuito. "Dejaremos subir gratis a los comerciantes, incluido el moro que quiera vender alfombras", dice.

Aunque todos afirman que se limitará el acceso de los turistas para no congestionar el pueblo, la única cifra del proyecto del Principado son los 250 coches que podrán estacionar, como máximo, en la base del funicular. Nada se dice de limitar los autobuses de turistas. Cárcaba calcula que 600 personas llegarán por el funicular cada hora. Según García Fonseca, "la masificación acabará con la dedicación de los bulneses al queso y la hierba, usos que deberían respetarse por encima de todo, al tratarse de un Parque Nacional".

Prieto quiere empezar las obras en octubre. Jesús Casas, director provisional del Parque, lo ve difícil: "Hacen falta estudios, un plazo de información pública y un marco jurídico". El único informe técnico es hoy el proyecto de la Consejería de Fomento sobre el funicular, que no prevé impactos en el clima, la flora o la estética, al ir oculto. Pero reconoce que el ruido de explosiones y taladradoras puede afectar a los buitres de la zona.

El informe también advierte del riesgo de contaminación por vertidos de aceites, cemento u otras sustancias tóxicas.

Legal o ilegal, turística o social, los bulneses quieren una solución. Descartada la carretera por sus efectos ambientales y coste, Cárcaba propone un servicio de abastecimiento diario a cargo del parque y un helicóptero para las. emergencias. Carcedo sugiere una pista forestal desde otro punto, el collado de Pandébano.

Desde el Parque, Alfredo Menéndez, presidente del comité de empresa -sus nueve miembros son de CC OO-, propone primar a los vecinos que no quieran vivir incomunicados" ofreciéndoles casas en otros sitios para conservar el pueblo como está. Menéndez advierte: "Bulnes es uno de los pocos espacios bien protegidos del parque. Su fragmentación será el inicio de su destrucción".

Burros y mochilas

Más de una hora a pie por una tortuosa senda de piedra caliza y tráfico intenso de mochileros. Es el precio por llegar a Bulnes. Más de 500 personas lo pagan a diario. Los vecinos han descubierto el turismo y saben que el funicular atraerá más gente. De momento, los turistas han traído a los bares las sillas de plástico, los acentos extranjeros, las basuras o las cámaras de la televisión alemana.David, veinteañero, regenta uno de los albergues. "Los bulnenes son viejos y el helicóptero sólo sube cuando no hay niebla". David lamenta que los políticos sólo vean el funicular como aspecto turístico y no como el acceso digno que merece el pueblo.

Loza gruesa, patatas fritas caseras y huevos de corral. José Manuel sirve la comida en uno de los tres bares. "¡Aquí no vende terrenos ni dios!", exclama. "Si yo pudiese, compraría".

El burro es el medio de transporte de Bulnes. Todos tienen dos o tres. Carmen, vestido florido y manos curtidas, se queja de que con el animal no puede subir materiales para arreglar su casa. Quiere una carretera y está harta de promesas. Saturnino asiente en su mono azul. Le gustaría vivir aquí todo el año y no tener que bajar a Arenas los inviernos. El único vehículo a motor del pueblo, una motocicleta todoterreno, también llegó a lomos de un burro.

Viendo los rostros sudorosos de los turistas, Pablo, fotógrafo aventurero, se pregunta por qué hacer tal esfuerzo para acabar tomando un refresco en un bar del pueblo. Turismo, deporte o curiosidad son razones suficientes para la mayoría. Casi todos suben para ver el mítico Naranco. Lo que no saben es que desde Bulnes no se ve.

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Sobre la firma

Carlos de Vega
Subdirector de vídeo de EL PAÍS. Ha desarrollado casi toda su carrera periodística en medios audiovisuales. Fue corresponsal en Estados Unidos de CUATRO y editor y presentador de informativos en Deutsche Welle. Se incorporó a El País en 2015. Es máster de periodismo por la UAM-El País

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