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Entusiasmo y problemas

"La investigación antártica española está en el buen camino dice el geólogo Jerónimo López, presidente del comité español del SCAR. "Somos una comunidad pequeña, pero no despreciable científicamente, y sobre todo entusiasta. Lo que queremos es que la investigación se haga, y que se haga bien".De tú a tú, no hay especialista español en la Antártida que no manifieste su temor de que el recorte presupuestario afecte a su campo. "¿Alguien se atreve a pronosticar?", responde con una sonrisa de pedir datos concretos Juan Ramón Vericad, gestor del Programa Nacional de Investigaciones Antárticas, ligado al SCAR. "El presupuesto español alcanzó su máxima cota en 1994, con casi 350 millones de pesetas. Y ello, después de aumentar a partir de 1992 en casi 150 millones destinados al buque oceanográfico Hespérides. Prácticamente todo el gastó es para el Hespérides y para infraestructura y logística en tierra. Pero no es un programa restringido. Es multidisciplinar y ha crecido la participación. Colaboran ya 13 universidades, 13 centros del CSIC e institutos especializados civiles y de las Fuerzas Armadas. En 1995, 25 centros han presentado proyectos. Pero los españoles solos no podemos ir muy lejos en la Antártida. La colaboración internacional es necesaria. Y el problema es que la UE tira más al Ártico".

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"Nuestra D de I + D [Investigación + Desarrollo] tiene que ser de aumento del conocimiento", dice la bióloga Josefina Castellví, durante años jefa de la base española Juan Carlos I, a quien el simposio rindió homenaje como impulsora, con Antoni Ballester, del programa español. "La D tecnológica ya vendrá. Los datos que reunimos sobre el ecosistema antártico los podemos transmitir a las Administraciones, que luego podrán decidir su aplicabilidad concreta en aspectos, como por ejemplo, el litoral español. Pero sí necesitamos una base de datos y un centro de documentación que sirva a todo nuevo investigador".

"No hay un Programa Antártico comunitario, y cada país sigue a lo suyo, según sus intereses geopolíticos", dice Miguel Ramos, físico de la Universidad de Alcalá, con cinco años de experiencia en la Antártida. "El Hespérides es un gran instrumento, aunque su mantenimiento no sea ideal. Pero habría que modernizar la base Juan Carlos I, que no tiene ni un servidor de Internet; y apostar por las nuevas tecnologías, sobre todo en comunicaciones". Vericad admite que "hay que automatizar los equipos y los controladores medioambientales, con sensores remotos".

En privado, muchos de estos expertos expresan sus dudas de que el Hespérides deba ir cada año a la Antártida, para dedicarle a misiones más próximas, y porque cabría colaborar más en transporte con Chile y Argentina.

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