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VUELTA 96

Gianni Bugno, el debutante nostálgico

Carlos Arribas

Quién lo creería entonces. Tantos años deseando la participación de Gianni Bugno en la Vuelta y cuando ésta por fin se produce, pasa totalmente inadvertida. Claro que en 1996 pocos se acuerdan de lo que significó este ciclista de 32 anos en sus tiempos mozos. De su avasallador Giro del 90 -de rosa de principio a fin-, de sus dos Mundiales -1991 y 1992-, de su clase y elegancia. La figura de Bugno mejor recordada en España es la de un tipo excesivamente sensible y medroso que inclinaba la cabeza una y otra vez ante Induráin en el Tour. Contra ese muro chocó -segundo en el Tour de 1991 y tercero en el de 1992- y ahí se quedó. Después de unos años erráticos, el contemporáneo de Induráin corre su primera Vuelta y poca gente se detiene a mirar su puesto en la general; a menos aún les extraña que pierda tiempo casi todos los días. Y, sin embargo, intenten criticarle en Italia y tendrán que salir por piernas.Bugno iba perdido en el Giro pasado, se ascendía la Marmolada y el corredor se iba quedando, pedaleando sin sentido y con la mirada en babia. Entonces se le acercó en moto el viejo fotógrafo Penazzo, que cuenta lo que sigue. "Yo le dije: 'Gianni, ¿no te da vergüenza?, estás ensuciando la maglia de campeón de Italia. Si vas a seguir así, más vale que te retires'. Gianni me miró con cara de no entender nada, como saliendo de un estupor, y reaccionó: subió la Marmolada más rápido que nadie, cogió al grupo de Olano y Tonkov en el Pordoi e incluso sprintó para quedar tercero".

Difícil que en la Vuelta, Gianni Bugno encuentre a esa figura estabilizadora. El sensible italiano de los ojos grises está triste y desmotivado. Poco se le ha perdido en Espana. "A la Vuelta vengo sólo para preparar el Mundial", dice. "No tengo intención de abandonar, pero tampoco tengo ninguna ilusión de cara a la general. Como mucho, intentaré ganar una etapa". Lo que dicen todos que no esperan nada, aunque ha decidido correr un año más, en el Mapei, antes de retirarse.

Otro año de carrera -el 13º- y otro equipo -el sexto- buscando no sabe qué en un ciclismo que ya no es el suyo. "Yo no choqué contra Induráin, sino contra un ciclismo moderno que no me gusta", dice. "Todo está superespecializado. Ya empezó la tendencia con Induráin, un corredor que sólo se preparaba para el Tour, aunque de paso ganara otras grandes carreras, como el Giro. Y ahora es excesivo: yo soy un corredor medio, que no anda especialmente bien en ningún terreno. Simplemente".

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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