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Una pareja feliz

Santiago Segurola

, Gail Devers y Kenny Harrison tuvieron un día estupendo. La velocista estadounidese repitió la victoria de Barcelona en la final de 100 metros y el saltador se quitó de encima un largo historial de desgracias. Harrison, que por diversas causas no había podido participar nunca en los Juegos -y lo intentaba desde 1984-, batió al británico Jonathan Edwards en la final de triple salto con dos saltos espectaculares: 17,99 metros, el primero; 18,09, el segundo. Naturalmente, Devers acudió rápida a abrazarle. Desde hace una temporada forman pareja fuera y dentro de las pistas.Hubo un tercero que vivió una gran jornada: Bob Kersee, entrenador de Devers y Harrison. El técnico estadounidese había sufrido el día anterior la amargura de la retirada de su mujer, Jackie Joyner, del heptatIon. Kersee, un entrenador con fama de duro, dejó de serlo. "Por primera vez en mi vida, salió el marido en lugar del entrenador. Le dije a Jackie que abandonara.", comentó Kersee con lágrimas en los ojos. Pocas horas después se fundió en un intenso abrazo con Gail Devers, ganadora de la final de 100 metros, una carrera discreta que se resolvió como siempre las resuelve Devers: en el último centímetro. Así ocurrió en Barcelona, donde tuvo que esperar varios minutos a que la fotografía decidieron la ganadora. En Atlanta sucedió lo mismo. Llegó tan apretada con la Merlene Ottey que todavía hoy se escuchan las protestas de la atleta jamaicana.Devers, que tuvo que superar la enfermedad de Graves -una dolencia de tiroides-, tiene una historia comparable a de Kenny Harrison, un atleta que ha llegado tan irritado a Atlanta que no quiso hablar con la prensa después de su victoria.

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