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Estudio genético de células cancerosas para mejorar diagnósticos y tratamientos

Un equipo del Ramón y Cajal de Madrid analiza leucemias y linfomas

El servicio de genética médica del hospital Ramón y Cajal de Madrid está estudiando desde 1976 las bases genéticas de leucemias y linfomas, los dos grandes, grupos de cánceres hematológicos o de la sangre. La investigación fue emprendida a principios de los setenta por el mismo equipo cuando se encontraba en la Fundación Jiménez Díaz de Madrid, antes de inaugurarse el Ramón y Cajal.Según el doctor Carlos San Román, jefe de este servicio, el trabajo que están desarrollando desde hace más de veinte años tiene aplicaciones clínicas al aportar conocimientos "que contribuyen a profundizar en las causas del proceso tumoral para precisar el diagnóstico, valorar y controlar su evolución y ensayar nuevas vías terapéuticas".

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La investigación se basa en el estudio de los cariotipos (conjunto de cromosomas) de las células cancerosas. Para ello se analizan muestras de tejidos procedentes de la médula ósea y la sangre periférica de los pacientes con leucemias (tumor maligno que afecta a las células sanguíneas) y con linfomas (tumor maligno que afecta al sistema linfático). En este segundo grupo se analizan también muestras de los ganglios afectados.

Actualmente hay descritos unos quince tipos de leucemias. Los linfomas, cuya clasificación es más compleja y varía según los autores, han sido agrupados en dos grandes bloques: Hodgking y no Hodgking.

"Nosotros no tenemos contacto directo con los pacientes", dice San Román, "sino con el servicio de hematología de nuestro hospital y de otros de la región centro, del que somos servicios de genética de referencia. Para el buen desarrollo del trabajo es importante la coordinación entre los genetistas y los hematólogos".

Como afirma la doctora Teresa Ferro Delgado, responsable directa de la investigación oncohematológica de este servicio, los grandes avances surgidos en los últimos años en las técnicas de biología molecular han, revolucionado las bases de estudio de estos trabajos desde que se iniciaron, hace más de veinte años.

"Antes sólo disponíamos", aclara Ferro, "de técnicas de análisis citogenético rudimentarias, que hacían que la investigación fuese mucho más prolongada y ardua. Ahora, con la biología molecular, hemos ganado tiempo y profundizado en mecanismos antes inaccesibles. Las dos herramientas de identificación génica que nos son más útiles actualmente son la prueba del PCA [reacción en cadena de la polimerasa],que posibilita la amplificación del material genético, y la del FISU [hibridación in situ fluorescente], que nos facilita la detección de anomalías en el núcleo de la célula sin necesidad de cultivo y crecimiento celular".

Estas técnicas, que permiten el estudio de las alteraciones en la proliferación, replicación y muerte celular, las está desarrollando el equipo de genética del Ramón y Cajal en el análisis de los genes bcl-2, que en ciertos linfomas se activan por una traslocación (intercambio de material genético) entre los cromosomas 14 y 18; my1/rara, marcadores de la leucemia aguda promielocítica, y bcr/abl, involucrado en la leucemia mieloide crónica.

Radiaciones nucleares

El hallazgo de una traslocación cromosómica en los enfermos con leucemia mieloide crónica, logrado en los años sesenta por los investigadores norteamericanos Nowell y Hungerforf, en Filadelfia (Estados Unidos), disparó la clave para el inicio de los estudios citogenéticos en el cáncer hematológico.En la exposición a las radiaciones nucleares y la aparición del cáncer de la sangre hay una clara relación causa-efecto, según asegura Ferro.

"Tal vez haya cierta vulnerabilidad", explica, "de las células hemáticas ante esa exposición para que se produzcan alteraciones genéticas responsables de la aparición del proceso canceroso. Con las experiencias de Hiroshima y Nagasaki hemos asistido a un aumento de la incidencia de las leucemias en los supervivientes a la explosión nuclear".

Además del gran poder oncogénico de las radiaciones nucleares en la aparición de leucemias y linfomas, como en otro tipo de tumores, también se citan como desencadenantes algunos virus y ciertas sustancias químicas tóxicas.

No obstante, cabe preguntarse si existe un determinismo genético en cada individuo, ya que no todas las personas expuestas a las radiaciones de Hiroshima, Nagasaki y, más recientemente, Chernóbil han desarrollado un cáncer hematológico.

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