Buchanan, por la 'curva helada'
La campaña vuelve a deslizarse peligrosamente por el tramo curva helada. A Idígoras lo llevan a Madrid los alguaciles el día en que a González le toca ir a Bilbao. Los de FIB se mueven alborozados por ese tramo como por una divertida montaña rusa. El PP se siente ahí seguro como un ciudadano Kane con el trineo de la infancia. Alianza su identidad.La curva helada es, sin embargo, nefasta para los socialistas. Hasta ahora se han esforzado por evitarla. Aun con el dolor reciente de dos muertos, lo peor que le puede pasar al PSOE es que la política antiterrorista se sitúe en el primer lugar de la agenda. Y no sólo por ese fantasma espantoso del GAL. En general, en los asuntos de policía y cerrajería se supone más competencia a la derecha. Es una atribución que se presenta como biológica, propia de la genética política. Es corno si antes de descansar Dios dejara dicho: "Del servicio de orden que se encarguen los de la calle Génova".
En el arte de cetrería electoral, el PP da suelta a los halcones, a sus Buchanan, atados de cerca en otras materias, para que se explayen y picoteen en los párpados abultados de Belloch. Por eso Álvarez Cascos, ministro de Interior in pectore, larga dura como si el proceso electoral fuera un casting para una película de Scorsese en el Bronx. Y el propio Aznar explota ese flanco, consciente del daño que inflige al otro, sin importarle la impresión de conductor temerario. Paradójicamente, por la curva helada es por donde imprime mayor velocidad con su trineo, el único tramo donde se permite salir de su guión de tranquilos pleonasmos. Hasta el punto de utilizar la manifestación del millón de demócratas.
Frente al purgante del "cumplimiento íntegro de las penas para los terroristas", con la que Aznar y Cascos arrancan ovaciones del auditorio, el PSOE no tiene un aplauso alternativo. Su particular Robocop está en libertad bajo fianza, tanto a efectos de juez como de campaña. Y, por otra parte, no hay muchos candidatos dispuestos a subir a una tribuna para explicar que la mejor política antiterrorista se llama ley constitucional y paciencia para soportar "sangre, sudor y lágrimas". Le quedó muy bien a Churchill, pero no parece el mejor eslogan para entusiasmar a este auditorio con el frío que hace.
Bilbao es cuna de socialismo, liberalismo y nacionalismo. Aquí tengo localizado un Aleph, un punto de luz para adentrarse en el laberinto vasco. A los líderes los llevan por recintos circenses y, todo lo más, por mercados de abastos. Deberían acercarse de vez en cuando a una librería. Mi Aleph bilbaíno se Rema Verdes, en el casco viejo. Uno puede coincidir allí con socialistas, liberales y nacionalistas que buscan en la reflexión el hilo que nos saque del laberinto. Ahí puede encontrarse uno, por ejemplo, a Andoni Pérez Ayala. Su historia puede dar que pensar. Era miembro de ETA. Fue detenido en 1968, tras un fracasado atraco a la naval. No quisieron disparar para no herir a los trabajadores. En la cárcel se hizo comunista. Actualmente, es profesor universitario de Derecho. Internacional, especializado en federalismo. Milita en IU y lleva como insignia el lazo azul.
Y en la librería Verdes puede encontrar uno novedades muy esclarecedoras y recomendables a los que aspiran a gobernar España, como Crisis y descomposición de la política, de José Ramón Rekalde. Un referente ético para varias generaciones vascas. Este donostiarra, luchador antifranquista, fue consejero de Justicia en el Gobierno vasco a propuesta socialista. Y también fue de los primeros en denunciar el Frankenstein de los GAL. El presidente de la Asociación Pro Derechos Humanos, uno de los promotores de las manifestaciones cívicas contra la violencia etarra, me dice tres cosas que deberían hacer meditar a los Buchanan. El
cumplimiento íntegro de las penas" es un absurdo inconstitucional. La reinserción no se ha aplicado con "manga ancha". Que se sepa, ninguno de los acogidos ha vuelto a las armas. Y no es lo mismo "diálogo policial" que "político". Desde Argel, no ha habido contactos que merezcan la consideración de negociación política.
Los socialistas rehúyen la curva helada de la política antiterrorista. El lado Buchanan del PP explota esa debilidad. El novillero Idígoras torea entre rejas.
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