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Los acuerdos de Dayton y la comunidad internacional'

De las alternativas que se ofrecen a Bosnia-Herzegovina, una corresponde a una tradición de seis siglos y a las aspiraciones de un número importante de sus ciudadanos que quieren recrear el ambiente multiétnico en un marco democrático y con la puesta en marcha de normas europeas sobre las libertades y los derechos humanos; la otra consiste en culminar el proceso de limpieza étnica, en crear de hecho tres pequeños países en el marco de Bosnia-Herzegovina, según un criterio puramente étnico. Este segundo concepto es resultado de un acuerdo, de un consenso entre los líderes nacionalistas de Bosnia-Herzegovina, los dirigentes de los dos países vecinos y los que deciden en las capitales de las potencias mundiales. "Ahora adoptamos la postura europea", dice un diplomático norteamericano; "presionamos a los bosnios y cerramos la puerta a las opciones que no se insertan en el plan de reparto".La situación, tal y como se presenta en estos momentos, pone de relieve la decisión de la comunidad internacional de aplicar la parte de los acuerdos de Dayton relativa a los aspectos. militares. La OTAN, con sus 60.000 soldados, ya ha logrado separar a los beligerantes y hacer que se respete el alto el fuego. Y, lo que es más, se han abierto algunas vías de comunicación tras cuatro años, aunque el acceso a los lugares donde hay fosas comunes y otras pruebas del genocidio sigue siendo imposible.

El. resto de los aspectos de los acuerdos de Dayton están lejos de, ser tratados con la misma seriedad que el aspecto militar. Todos los mecanismos -la Comisión de los Derechos Humanos, la Comisión Electoral, el dispositivo que debe garantizar el regreso de los refugiados, la IPTF (policía civil)- están en fase preparatoria y no. es posible saber cuándo serán operativos.

En semejantes condiciones, la vida civil se degrada rápidamente. Sólo en el terreno de los derechos humanos, la situación ha empeorado incluso respecto a la que había durante la guerra, a excepción de los heridos causados por los combates y los bombardeos de objetivos civiles. En la República Serbia, la salida forzada de croatas y musulmanes bosnios se da con el mismo ritmo que antes, y se violan. de manera sistemática todos los derechos humanos. Lo mismo sucede prácticamente en los territorios bajo control croata (Herzeg-Bosna).

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Los casos más graves que contribuyen a la limpieza étnica se dan en el terreno de la vivienda en el del empleo, y esto también s válido para la parte de Bosnia-Herzegovina controlada por el poder de Sarajevo. Las mayorías étnicas niegan el derecho a una vivienda a las minorías, a pesar y en contra de la legislación vigente. Los ciudadanos que pertenecen a las minorías son desalojados a la fuerza, se niega el derecho al retorno a los que, acogiéndose a los acuerdos de Dayton, quieren volver. Lo mismo ocurre en el ámbito del, empleo: los individuos obtienen o pierden el trabajo dependiendo de su pertenencia étnica. Sólo pueden acceder a los altos cargos de la Administración y de las empresas, aquellos que pertenecen a la etnia mayoritaria. Respecto a los refugiados, no se ha hecho nada para facilitarles el regreso.

Algunas previsiones de los acuerdos de Dayton fomentan la limpieza étnica. En las próximas elecciones, previstas para el periodo de junio-septiembre de este año, en la República Serbia sólo se podrá elegir a ciudadanos serbios, y en la Federación Bosnio-Croata, sólo los musulmanes. bosnios y los croatas pueden presentarse como candidatos

La posición de los medios de comunicación también es problemática. ¿Es posible la democratización de la sociedad, el respeto de los derechos humanos y elecciones libres sin la presencia de medios de comunicación independientes? No se puede señalar ningún avance en este terreno en la República Serbia ni en Herzeg-Bosna, donde los medios de comunicación están en manos de las estructuras dirigentes. El poder de Sarajevo, que autoriza la existencia de estos medios, impide que los medios electrónicos se difundan más allá de los límites locales, lo que da a la radiotelevisión estatal el monopolio de difusión en todo el Estado de Bosnia-Herzegovina. Aún peor: se van a imponer impuestos a todos los medios de comunicación, lo que no facilitará la creación del panorama audiovisual que sería de desear. Por su calidad de símbolos, hay dos grandes desafíos uno concierne Mostar; el otro, a Sarajevo.En Mostar, donde se pone a prueba la idea de una Federación Bosnio-Cróata, nos encontramos, grosso modo, en la situación de abril de 1994, cuando acabó el conflicto armado entre las dos etnias. A pesar de la presencia de la UE, se están creando dos ciudades paralelas con un muro de Berlín que las separa. Los signos de acercamiento que se pueden percibir son simples detalles que no han logrado que prevalezca la Idea federal, el concepto de ciudad unida. Al contrario, la homogeneización étnica y la organización administrativa hacen pensar que nos encontramos ante una ruptura definitiva y la incorporación de facto de una parte del territorio de BosniaHerzegovina a la Gran Croacia.En el caso de Sarajevo, el mayor problema lo plantean los suburbios que están bajo administración serbia y deberían pasar a depender de la autoridad de la federación. La población local está sometida a una fuerte presión procedente de la capital de la República Serbia, Pale, que tiene como objetivo expulsar de estos suburbios a su población serbia. La idea de la Gran Serbia está cuestionada, las autoridades de Pale no ahorran esfuerzos para salvarla y empujan a la población a irse, pues si en llidza, Grbevicay Vogosca hubiera serbios conviviendo con rnusulmanes, fracasaría la idea de que no pueden vivir juntos lo que significaría la bancarrota del régimen de Karazic.Por el momento, la comunidad internacional no hace gran cosa para que aquellos que quieran quedarse puedan elegir hacerlo. Sería fundamental aumentar la presencia de la lfor (fuerzas de paz de la OTAN) en estos barrios, así como desplegar a la policía civil con el fin de tranquilizar a la población, ya sea con respecto a las autoridades de Pale o a las de Sarajevo. Pero la Ifor se conforma con contar el número de camiones que cada día toman por decenas la dirección de la República Serbia. Es de temer que las autoridades de Pale decidan de forma definitiva la marcha de todos los ciudadanos serbios de los suburbios de Sarajevo, lo quePasa a la página siguiente

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haría imposible la idea misma de la Bosnia-Herzegovina que conocimos antes de la guerra. La ruptura sería tan definitiva que sólo tiene un significado: la victoria del concepto de la Gran Serbia y la recompensa por todos los crímenes cometidos durante la guerra.

La comunidad internacional está dando, pues, tiempo a los nacionalistas para que concluyan su tarea. Las fuerzas democráticas tendrían que actuar en dos direcciones: presionar al alto representante para aspectos civiles de los acuerdos de Dayton, M. Carl Suilt, a la OSCE y al ACNUR, así como a todos los demás organismos responsables de la aplicación de los acuerdos, para que los pongan en práctica en su totalidad y no se contenten únicamente con el aspecto militar. El segundo cometido sería, proporcionar un apoyo real a las fuerzas democráticas de Bosnia-Herzegovina, y sobre todo a los medios de comunicación independientes.Los partidos políticos no nacionalistas, que hasta ahora sólo han tenido. el apoyo moral de sus compañeros extranjeros, merecen mucho más para poder hacer frente, en las próximas elecciones, a los partidos nacionalistas en el poder. También hay que dar el mismo apoyo a las diferentes organizaciones no gubernamentales que luchan por la creación de una sociedad democrática, por un Estado dé derecho basado en los principios de libertad y de respeto a los derechos humanos. Esto podría dar una oportunidad a la oposición democrática en su pulso con los nacionalistas de todo tipo.El sueño de una BosniaHerzegovina multiétnica, multicultural y democrática parece ceder, a corto y medio plazo, ante la alianza entre las potencias internacionales y los nacionalismos locales. El apoyo de los demócratas de diferentes países a los demócratas de Bosnia-Herzegovina podría acortar este proceso. Srdjan Dizdarevic es presidente del Comité de Helsinki para los Derechos Humanos en Bosnia-Herzegovina.

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